Leonardo Da Vinci y otros

Leonardo Da Vinci –y mis otros Maestros–

Hoy se habla mucho de temas como la autonomía en la educación, la autodeterminación del estudiante, el autoaprendizaje o la autoenseñanza y en cada conversación en que participo sobre el tema, o después de leer cualquier artículo al respecto, siempre llego a la misma conclusión.

 

De muy poco sirve desarrollar campañas, estrategias o metodologías que promuevan o faciliten esa autonomía, si por otro lado se hace muy poco, o nada, por estimular el DESEO de aprender de la gente.

 

Yo estoy convencido de que cualquier persona que quiera formarse en algún tema, si se le estimula y alimenta ese gusto, encontrará los caminos necesarios para satisfacer su deseo. Obviamente será mucho mejor si encuentra el terreno preparado para poder hacerlo, pero definitivamente lo primero que se debe promover desde la niñez es el querer instruirse. He tenido muchísimos estudiantes, buenos y otros no tanto, pero todos los que han llegado a destacarse de alguna forma sé perfectamente que ha sido más por su interés y compromiso con ellos mismos que por lo que yo pude aportar en conocimientos.

Creo plenamente que el verdadero maestro es aquel que, por encima de transmitir información, logra despertar en sus estudiantes el amor y las ganas por aprender, conocer, mejorar y desarrollar. Después de eso ya no habrá de qué preocuparse, porque serán ellos mismos quienes pidan, busquen y encuentren los caminos para formarse. Nosotros seremos guías, acompañantes y testigos. Mi pasión es el dibujo y mi vocación enseñar y eso es lo que quiero compartir y espero transmitir.

Con este escrito no pretendo hacer un abordaje desde la historia del arte porque muchos otros, muy bien preparados para eso, ya lo han hecho. Es más bien el registro de algunas de mis memorias de niñez, unas reproducciones, mi fascinación por ellas y de cómo éstas influyeron en mi formación. Es tal vez la forma de redondear mis ideas y de sustentar mis pensamientos, además de ser el pretexto perfecto para mostrar algo del arte que me encanta.

 

Mis primeros Maestros (con mayúscula)

Mi papá y mi mamá fueron mis primeros Maestros (con mayúscula) y mi filosofía de vida, mis valores y mis principios vienen de ellos. No sólo me enseñaron lo que sabían sino que además me enseñaron a conseguir los medios para aprender lo que yo quería. Los primeros y los mejores. ¡Gracias!

En mi casa había bibliotecas por todos lados. Mi mamá tenía cajas con materiales de dibujo y pintura, mi papá un telescopio, tableros de ajedrez y más libros. Yo quería saber y entender mil cosas. Yo quería ser artista, músico, pintor, escultor y dibujante. Ellos me transmitieron el amor por investigar, por buscar y por aprender. Y lo que no sabían lo buscábamos.

Soy en esencia dibujante y, aunque admiro trabajos y artistas de otras disciplinas, son los dibujos y bocetos renacentistas los que me atraparon por completo en mi niñez. Se convirtieron en modelos a seguir, en inspiración y motivo de estudio. Otros niños quieren ser superhéroes, yo quería ser artista. Yo quería ser Leonardo, Miguel Ángel o Andrea del Sarto.

Para mi proyecto de grado -Tríptico, Lenguaje corporal espontáneo- estudié los músculos, huesos, fisiología, semiología, gestos batuta, la manifestación de las emociones a través del cuerpo, etc. Fueron 60 ilustraciones pequeñas (25 x 35 cm.) y un tríptico sobre madera con la figura femenina y masculina de tamaño natural. Recreé la estética envejecida, los tonos ocres, los hongos, códigos y anotaciones que se pueden ver en muchos de esos dibujos. En su momento creía que era a manera de homenaje; hoy pienso que de pronto fue más para sentirme un poquito como ellos. Fue un año de trabajo intenso en el que fui feliz, infinitamente feliz. Por eso dibujo y eso por encima de cualquier otra consideración es lo que tiene valor para mí.

 

De la serie “Triptico” 1989. Miguel Robledo.

 

Hoy sigo siendo el aprendiz y al igual que en esa época, me puedo sentar horas viendo y volviendo a ver sus dibujos.

 

 

Leonardo Da Vinci –y mis otros Maestros–

El mejor plan que yo podía tener de niño era sentarme a dibujar y, si eso iba acompañado de un libro de arte, la felicidad era insuperable.

Curso de Dibujo es el título de una publicación por fascículos que mis papás me regalaron por esa época. TÉCNICAS – MATERIALES – ESTUDIO DE LOS GRANDES MAESTROS Y DESARROLLO DE UN ESTILO personal eran los temas destacados justo abajo del título. ¡Lo máximo! Teoría, composición, historia, técnica, de todo. Pero además traían unas láminas con reproducciones impresas de los grandes maestros del arte universal. El papel era increíble y el tamaño más del doble del cuadernillo. Con toda la magia y la ingenuidad de esa época sentía estar viendo los originales.

 

Formación autodidacta – Porque quiero –Sí, porque quiero aprender. Porque me encanta, me apasiona y porque existen los medios y las fuentes para hacerlo.

 

 

Leonardo Da Vinci (Vinci, 1452 – Amboise, 1519)

Un representante ejemplar de los preceptos del renacimiento – buscador de conocimiento – “Pintor, anatomista, arquitecto, artista, botánico, científico, escritor, escultor, filósofo, ingeniero, inventor, músico, poeta y urbanista”. Siempre encaminado a satisfacer su curiosidad y necesidad de respuestas, a solucionar problemas y a proponer soluciones.

En sus dibujos, bocetos y estudios encontré la fascinación. Es increíble la cantidad de información consignada en cada uno de esos papeles “embellecidos” por las pátinas del paso del tiempo. Me enamoró esa estética confusa, su escritura en espejo y los trazos “nerviosos”. Me cautivó por completo el carácter científico de sus estudios anatómicos y los procesos de pensamiento “capturados” en sus diseños de máquinas voladoras y de guerra. Ver y leer entre líneas en cada uno de esos dibujos es un momento de aprendizaje infinito.

Estudios anatómicos. leonardo Da Vinci.

 

 

Miguel Ángel (Caprese, 1475 – Roma, 1564)

Michelangelo Buonarroti. Escultor, pintor y arquitecto. “Triunfó en todas las artes en las que trabajó, caracterizándose por su perfeccionismo”. Sus esculturas tienen una carga emocional especial y la Capilla Sixtina es su obra pictórica emblemática. Como la gran mayoría de los artistas renacentistas, también desarrolló proyectos arquitectónicos pero son nuevamente sus dibujos los que quiero resaltar hoy.

Con él descubrí el poder del lenguaje corporal y la cantidad de sentimiento que se puede entregar con una mano entorchada, un brazo contraído o un torso retorcido. Reconocí la importancia del movimiento, la tensión y el desequilibrio. Son para mí obras perfectas. Con Miguel Ángel entendí que el dibujo es también escultura.

 

Estudios preparatorios. Miguel Ángel.

 

 

Andrea del Sarto (Florencia, 1486 – Florencia, 1531)

“Debe su apodo «del sarto» a que era hijo de un costurero («sarto» en italiano) llamado Agnolo di Francesco”. Es reconocido por su habilidad como retratista con una sutileza especial en el dibujo del rostro femenino.

La mayoría de esos dibujos de rostros fueron preparatorios para posteriores retratos al óleo. De su trabajo me facinaron los rostros aparentemente inexpresivos pero con una carga emotiva y sicológica inmensa. El poder de la mirada evasiva y las ganas que dan de lograr una mirada de frente para preguntar ¿qué te pasa?

Con toda la admiración y respeto que se merecen estos grandes artistas y otros muchos más que han sido mis referentes y de los cuales muy seguramente tendré oportunidad de hablar más adelante y siendo un niño con menos de diez años, decidí que serían mis maestros. Me devoré cada fascículo de la colección. Escudriñé cada dibujo con lupa, buscando detalles, claves, secretos y trucos para aprender a dibujar, para aprender a dibujar figura humana.

Estudios de rostros. Andrea del Sarto.

 

Los maestros están ahí. De lo que quieras, necesites o te interese. Busca, investiga, estudia, filtra y valora la información. Ponla en práctica, a prueba y, luego, sigue buscando y estudiando.

 

Como dije en mi primera publicación para The Lighting Mind, mis participaciones serían siempre, desde mi punto de vista, mis gustos y mi experiencia. No soy dueño de verdades absolutas ni pretendo convencer o “convertir” a nadie. Por ello, agradezco infinitamente a TLM que me haya abierto este espacio para compartir con ustedes parte de lo que soy. Que cada cual tome lo que le guste y simplemente deje de lado lo que no. Espero de todo corazón contagiar a alguno mi pasión por la anatomía artística, por el dibujo, por aprender y, por qué no, por enseñar.

Saludos y hasta pronto.

Miguel Robledo Ruiz

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