Robert Hooke: micrografía y arquitectura del siglo XVII

Robert Hooke fue un científico, filósofo, ingeniero y arquitecto nacido el 18 de julio de 1635 en Freshwater, isla de Wight (Inglaterra). Demostró en sus inicios y durante su carrera profesional un especial interés por la creatividad. Entre 1640 y 1650 impresionó al pintor retratista holandés John Hoskyns con su habilidad en el dibujo, imitando la técnica de Hoskyns con la pluma y la tiza. Parecía que su vocación estaba destinada al arte. Tras el suicidio de su padre, su familia no dudó en enviarlo al taller del afamado pintor Peter Lely, quien a su vez estaba influenciado por Van Dyck. Desafortunadamente, aquellos aglutinantes que se empleaban con los materiales afectaban a su salud, muy precaria, y no tuvo más remedio que abandonar la senda del arte. Aprendió en la escuela de Westminster a tocar el órgano, latín y diseñó maquinas voladoras.

En 1653 se trasladó a Oxford, donde por esos tiempos un conjunto de científicos fraguaban pensamientos revolucionarios. Hooke ingresó y se instruyó. Trabajó en laboratorios y fue miembro de The Royal Society de Londres. Se encargó de la galería de objetos raros y curiosos, y posteriormente recibiría la cátedra de geometría por el Gresham College, dando varias conferencias.

Justo en ese mismo año, 1665, se publicó un libro llamado Micrographia or some physiological descriptions of minute bodies made by magnifying glasses, una de las obras más importantes del siglo XVII, que no sólo podría ofrecer un gran interés para el gremio científico, pues este libro, además de contener una serie de descripciones sobre observaciones llevadas a cabo a través de un microscopio de 30 aumentos diseñado por Hooke, también contenía ilustraciones realizadas por él mismo. En aquella época era toda una revolución y aún nos siguen maravillando aquellas micrografías. Se incluían 60 imágenes de objetos; entre ellos, cuerpos inertes, seres vivos y cráteres lunares.

 

 

Fue pionero en este tipo de descripción actualmente conocida como microscopía clásica, y su ingenio le llevó a descubrir la ley de la elasticidad (ley de Hooke), así como la importancia del oxígeno en la combustión y respiración. Pero sin la compañía de esa habilidad artística que él poseía para elaborar esas ilustraciones tan precisas de aquello que se observaba a través de su microscopio, su libro no habría cosechado tanto éxito ni tampoco podría haber rastro de los diseños de instrumentos que perfeccionó. Desde aquella publicación, la sociedad del momento podía determinar al detalle con qué tipo de parásito convivía habitualmente, así como dejarse maravillar por el microcosmos celular vegetal y de todo tipo de objetos corrientes. Aquello representaba un nuevo espectro, un universo que esclarecería el desconocimiento por el límite físico de nuestra visual. Con seguridad, Hooke contribuyó a que otros científicos y artistas se interesasen por ese universo; cineastas contemporáneos como, por ejemplo, Claude Nuridsany y Marie Pérennou con su largometraje Microcosmos: La peuple de l’herbe, que nos han sorprendido también. Y es que al tratarse de un universo que se oculta bajo un límite de percepción humana, puede llegar a atraer hasta con cierto cariz metafísico (con perdón de la Royal Society). Se le puede considerar una dimensión explícita pero que escapa a nuestra vista y que nos hace reflexionar acerca del desconocimiento que se nos presenta de entrada por esos límites físicos, y que gracias a la constancia y acervo de personas como Hooke nos hemos podido quedar un poco más tranquilos por tanta ignorancia pululando a nuestro alrededor.

 

Fachada-real-colegio-de-medicos naukas.com

Fachada del Real Colegio de Médicos naukas.com©

 

Su primer proyecto arquitectónico conocido fue la iglesia de Willen. Una vez más se demostraba que el arte era fundamental para dar a conocer descubrimientos, y que pese a tomar otros rumbos y beber de otras fuentes, Robert Hooke no pudo desprenderse de aquella habilidad que le entusiasmaba y a la que volvería a recurrir para la reconstrucción de Londres tras su Gran Incendio en 1666, contribuyendo al campo de la arquitectura con el nuevo edificio del Real Colegio de Médicos, la mansión Montagu House y el Hospital Mental Bethlehem. También cabe destacar colaboraciones en obras públicas como el Monumento al Gran Incendio (61 metros) y en el diseño del Real Observatorio de Greenwich. Fallece en 1703, y, con él, su retrato, una imagen que desapareció de la Royal Society y que hasta entonces sigue sin aparecer. Se dice que fue Isaac Newton quien hizo desaparecer su retrato.

Hooke no sólo realizó grandes aportaciones a la ciencia que luego Newton aprovechó y que no le agradeció en sus publicaciones. También aportó en el campo de la obra gráfica una obra que nos llegaría intacta y que no olvidaremos tan fácilmente. Muchas gracias, Robert Hooke.

 

Arthur Adrover
Últimas entradas de Arthur Adrover (ver todo)

0 comentarios

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.