‘Destino’, la historia de amor inacabada de Dalí y Disney
Como amante de Salvador Dalí, me avergüenzo en cierto modo al no haber oído hablar antes de esta magnífica obra. La descubrí esta mañana entre el aroma del café, el primer cigarro del día y las casualidades que ofrece una enciclopedia audiovisual como la de Vimeo.
Para los que no la conozcáis, se trata de un cortometraje llamado Destino, y que, junto al magnífico Walt Disney, decidieron dar forma en una despejada y fiestera noche allá por 1945 en casa de los Warner. Como todos sabemos, las grandes hazañas suelen darse por casualidades o encuentros, algún que otro cóctel y mucha imaginación, la cual no faltaba a estos personajes.
Este cortometraje, que se fraguó durante ocho meses tras largas jornadas de trabajo, discusiones y diferentes puntos de vista, entró en un proceso de estancamiento. Los numerosos problemas financieros de aquella época (recientemente salida de la II guerra mundial) hicieron que el cineasta se declinara por tomar la decisión de abandonar el cortometraje y éste no vería su producción finalizada hasta el año 2003.
Con la entrada del nuevo milenio, y con el estreno de Fantasía 2000, el sobrino de Walt Disney, Roy E. Disney, rescató de los bocetos e indicaciones esquematizadas que dejó Dalí (unas 15 pinturas, 135 bocetos y numerosos dibujos) un surrealista e inacabado relato animado de tan solo 18 segundos de magia. Y es que en aquella época pesaba más la fama por conseguir un largometraje basado en una novela que un corto de unos 6 minutos de duración.
El destino, nunca mejor dicho, volvería a dar una nueva oportunidad a esta obra. Roy E. Disney reunió a un conjunto de profesionales que disfrutaban de su confianza para terminar Destino, respetando así el título original.
El surrealismo de Dalí, la magia de Disney
Antes de entrar de lleno en este corto, debo recalcar que es Armando Domínguez el que inspira a estos dos genios a través de su canción homónima y el mensaje que trae consigo esta pieza musical.
Según sus creadores originales, podemos encontrar dos mensajes diferentes en esta producción animada. Por un lado, el artista español definió Destino como “la exposición surrealista de un problema común en la vida como es el laberinto del tiempo”; por otro lado, el artista norteamericano lo explicó como “la simple historia de una chica en busca de su verdadero amor”.
Puede servirnos cualquiera de los dos argumentos o, por el contrario, descartar ambos y llegar a nuestra propia conclusión a través de los numerosos elementos cargados de significado, ligados por la pesadilla daliniana y el amor con el que Disney narraba las cosas.
Para ti el guión gráfico y para mí el concepto
La obsesión por el amor hacia la figura de la mujer. Tan fuertes eran los lazos que compartían en torno a este tema que creyeron tener claro cómo mostrarlo desde el principio. Pero el elevado ego de estos dos artistas desencadenó un insano pique por acaparar el protagonismo y reflejar su sello sin darse cuenta de que podían entenderse plenamente. ¿Un paisaje o una mujer perfectamente integrada? Ya desde el primer fotograma podemos corroborarlo.
Pues bien, la historia trata de una anónima muchacha en busca del amor, donde su hombre ideal no se encuentra en este mundo ni es de este tiempo. Idolatrando la posibilidad de poder llegar hasta él, persigue un camino inexplorado y lleno de vertiginosas metamorfosis en el cual no le queda más opción que adaptarse a un entorno, convertido en surrealista, para seguir avanzando. Capaz de perturbar hasta las entrañas de una rocosa escultura, provoca el despertar de un Dios atrapado en el tiempo que nunca consiguió dirigir. Cronos, atrapado por las manecillas que maneja un reloj que se derrite, se despoja de sus corazas sabiendo que el tiempo es un elemento indomable y que no le será tan fácil unir la línea del espacio y el tiempo para llegar hasta tan bella dama y conquistar así su corazón.
Ella sabe que el espacio físico hasta llegar a él es sólo una ilusión enterrada por la arena, elevando hacia los cielos parte de su ser, donde brotan diferentes flores de diente de león y pequeñas golondrinas que dirigen sus vientos hacia el corpóreo hombre que espera cumplir su mitológico sueño. Ella se convierte en una metafórica bailarina y él cruza el muro que lo convierte en un jugador de béisbol, creyéndose, tal vez, que formando parte del mundo real podría alcanzarla.
Sus destinos están escritos y sus vidas separadas, emergiendo en línea recta un único lazo de unión que atraviesa el pecho de la imponente escultura y descansa a la altura del campanario más femenino jamás representado en la historia de la animación.
No quiero extenderme mucho más. Para mí, este es el descubrimiento del día y es por eso que he querido compartirlo con todos vosotros. Os animo a que convirtáis 6 minutos y 31 segundos del día de hoy en pura magia y que saquéis vuestro argumento plasmándolo en forma de comentario más abajo.
¡Hasta la próxima inspiración!
- ‘Destino’, la historia de amor inacabada de Dalí y Disney - 17 diciembre, 2015
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