El reboot, ¿mina de oro o muerte a la creatividad?

Cada día leemos noticias en los medios de comunicación especializados en cine. Algunas de ellas son avances de las películas que están por venir, no sería una exageración afirmar que una de cada tres de éstas son remakes de películas anteriores. Tampoco sería ninguna locura afirmar que la actualidad cinematográfica sufre la fiebre del reboot, ¿y qué queremos decir cuando hablamos de reboot? Pues básicamente es lo que conocemos como remake, pero con más diferencias entre “la original” y el producto rebooteado, que se realizan a veces con la excusa de darles un enfoque diferente o más “original”. Remarco la palabra original porque poca originalidad se puede sacar del concepto mismo de reboot.

 

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Fotograma de ‘The Amazing Spiderman 2’ – Marc Webb (2014)

 

Uno de los casos más llamativos que hemos encontrado estos días ha sido el de Spiderman. En 2002, Sam Raimi inició una trilogía del famoso superhéroe arácnido, que pese a sus más y sus menos a lo largo de ella, consiguió darle resonancia en el mundo cinematográfico de Marvel. Hay que recordar que, por aquellos años, sin sus queridos Vengadores en auge, Marvel sufrió varias decepciones como Los Cuatro Fantásticos, Daredevil o el horrible Hulk que había llevado Ang Lee a la gran pantalla. No fue tampoco una sorpresa que justo diez años después apareciera el primer reboot de la película con un cásting bastante diferente, a manos de Marc Webb y respaldado por Sony, que prometía un superhéroe más fiel a sus viñetas. Más fiel o no, después de su segunda entrega, y un buen resultado de taquilla (tampoco destacable, sin embargo), Sony anunciaba que era difícil que el Peter Parker de Andrew Gardfield volviera a trepar muros en la gran pantalla. Inexplicable, sí, pero aún más inexplicable e indignante fue la noticia de que se buscaba un nuevo Spiderman más joven para un nuevo reboot con el que se pudiera unir con el universo de Marvel, en el que Los Vengadores son los reyes. Sin duda un triste desenlace para Gardfield, que había conseguido llevar el disfraz con dignidad y formar parte de una nueva trilogía que nada tenía que envidiar a su predecesora. Bueno, quizás ese mítico Duende Verde interpretado por Willem Dafoe, sí.

 

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Fotograma de La Señal – Gore Verbinski

 

A pesar de que las expectativas con los reboots de Los Cuatro Fantásticos y Linterna Verde no auguran nada especialmente interesante, esta situación no sólo se ha dado en las películas de superhéroes, sino que también le ha tocado al sufrido género de terror. Ejemplo de ello es la película de La Señal, para cualquier amante del género, la primera versión, es decir, la japonesa Ringu, marcó un hito en la historia de las cintas de miedo. Justamente en 2002, al igual que pasó con casi cualquier película de terror japonesa exitosa en esta década, nació su remake, La Señal, remarcablemente ejecutada por Gore Verbinski y protagonizada por Naomi Watts, que también tuvo su secuela un par de años después. No hubiera sido un mal final para la famosa niña del pozo si no fuera porque a principios de este año nos encontramos con la noticia de que no se realizaría una tercera y última parte, sino que se trataría de un reboot. Es aquí donde entra mi dilema, ¿a qué punto hemos llegado exactamente en el que se hacen tres películas con la misma historia, diferentes actores y directores y las mismas nacionalidades en dos de los casos? E incluso así, ¿a quién se le puede ocurrir que eso es una buena idea? Sin duda, el guion de The Ring era una buena historia, pero, ¿de verdad es necesario recrearla tres veces en poco más de una década?

 

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Fotograma de ‘El Manantial de la Doncella’

 

Todos hemos escuchado eso de que últimamente se hacen tantos remakes porque a la gente se le han acabado las ideas, pero no es cierto. A los creativos, directores y guionistas no se les han acabado la ideas, hay gente ahí en alguna parte que tiene en sus cajones guiones o ideas de películas, cortos, libros, cualquier producto cultural con ideas realmente novedosas y “frescas”, eso que tanto claman tener los reboots pero que no demuestran. El problema es la gente con recursos para llevarlas a cabo, que prefieren invertirlos en algo que ya ha funcionado antes. Esta vía fácil es la que mancha la originalidad y la desgrana hasta dejarnos con un sucedáneo del sucedáneo anterior. Es increíble cómo en 1972 a Wes Craven se le ocurrió hacer una versión bastante peculiar del Manantial de la Doncella de Ingmar Bergman (1960), llevando una historia ambientada en la Suecia medieval a la actualidad estadounidense. El resultado fue cuanto menos interesante, y evitando la necesidad de imitar la obra de Bergman y añadiendo pequeños trazos que la hicieran indudablemente suya, Wes Craven creó un referente en el género. Por desgracia, en 2009 se hizo un mediocre remake de la cinta de Craven.

 

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Fotograma de ‘La última casa a la Izquierda’

María Bustos Segarra
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