Cuerpos en comunidad, realidades increíbles
Cuando un espectador se sienta en su butaca, amplia y cómoda, se pregunta cómo transcurrirá la obra que se dispone a observar, se pregunta cómo le sorprenderán esta vez. Qué elementos utilizarán en escena los artistas. Cómo se moverán. Cómo hablarán. Cómo será el diseño de luces. Y cómo le deleitará su música… Esto es lo que solamente —y repito, solamente— se preguntará el espectador y nadie más.
Para Omos Uno no es así. Ellos son los que se sorprenden cada vez que se suben a un escenario. Cuando se encuentran nerviosos entre cajas, cuando sus corazones palpitan fuerte y tiernamente, e incluso, a veces, les tiemblan las piernas sin que sea lo esperado, los artistas saben lo que pasará en escena. Aunque un imprevisto siempre pueda haber. En cambio, esta no es la filosofía de la cía Omos Uno. Omos Uno, compañía madrileña de música y danza, apuesta por la improvisación in situ. Pero la improvisación de todos y cada uno de los elementos que componen sus piezas: los movimientos, las músicas y hasta de las luces. Como ocurrió este pasado fin de semana en Espacio Inestable con su versátil pieza ‘Cuerpos comunes, cuerpos increíbles’, la cual no fue igual el sábado que el domingo, a pesar de que la protagonizaran los mismos individuos y los mismos elementos escénicos. Esta obra fue inspirada en la habilidad de bailar de todos y cada uno de los cuerpos existentes. Un cuerpo de filósofo, un cuerpo de madre, un cuerpo de biólogo, de periodista, de maestro, de bailarín, de albañil… ¡infinidad de cuerpos! Cristiane Boullosa afirma que “esos cuerpos bailan, son danza, están llenos de vida y me reconectan con la danza y la vida. Así son esos increíbles cuerpos”. Esta vez, los cuerpos protagonistas fueron los de los bailarines Óscar Lozano, Álvaro Hurtado, Lucía Sánchez y Aiala Echegaray, así como los músicos Antonio Lorenzo y Paloma Carrasco.
La compañía Omos Uno, creada en 2008 y dirigida por Boullosa, coreógrafa, bailarina y pedagoga, se define como una propuesta de encuentro entre músicos y bailarines en la que se investiga acerca de la composición escénica instantánea. Esta investigación da lugar a que la compañía esté creando, conscientes o no, una manera de codificar lo improvisado. Esto anterior es casi afirmar que Omos Uno codifica y da un significado a todo aquello que semióticamente parece inconcebible de catalogar, creando así realidades increíbles que nos embriagan todos los sentidos. A pesar de que la compañía crea piezas que giran en torno a diferentes temáticas (psicológicas, sociales, poéticas, etc.), su objetivo va más allá de lo escénico, ya que sus componentes tienen en cuenta la realidad socio-política más cercana.
Por ende, la filosofía de esta compañía se rige por la reflexión y el análisis de la realidad escénica y los factores que intervienen en ella, ya sean la estética, la evolución artística o la realidad social. Así pues, son cruciales los espacios relacionales y comunicativos entre los intérpretes, los músicos y el propio espacio físico, como también la temática específica que trabaja la agrupación en cada momento. En el caso de ‘Cuerpos comunes, cuerpos increíbles’, se giraba en torno a las necesidades que tiene el espectador a la hora de acudir al teatro. Por ello, podríamos hablar de un amplio debate acerca del mensaje escénico, su emisor y su receptor, el cual se centró en unos matarratas, una alfombra, unos tacones rojos brillantes y unas gomas del pelo muy elásticas.
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