El videoclip: Entre el videoarte y el cine
El ámbito del videoclip ha experimentado una notable mejoría desde los primeros tiempos de este formato, del que podemos dar el pistoletazo de salida con el ya mítico Bohemian Rhapsody de Queen. Cierto es que existen precedentes anteriores, que clasificaremos como los orígenes primitivos de lo que hoy conocemos como videoclip y que se limitaban únicamente a mostrar una actuación del grupo en cuestión, tanto en directo como imitando esas mismas condiciones en un plató. Posiblemente estemos recordando en este momento las actuaciones en shows televisivos como el de Ed Sullivan, homenajeados por los Red Hot Chili Peppers en el videoclip correspondiente a Dani California.
Abandonando las limitaciones que ofrecía la superposición de imágenes de los artistas actuando como único recurso narrativo, el videoclip tuvo un esplendor en las décadas de los ochenta y noventa, espoleados por la aparición de emisoras de música como la MTV (sí, hubo un momento en la historia en que la M de MTV correspondía a Música) y por el acercamiento de ciertos directores de cine que adoptaron este formato, en el que encontraron un campo mayor para la experimentación sin dejar de lado el ámbito comercial.
Video killed the radio star de Buggles o Thriller de Michael Jackson son algunos de los casos más representativos de esta época; ambos cuentan con la dirección de cineastas, Russell Mulcahy y John Landis respectivamente. Videoclips en los que la imagen se pliega a la narración de una historia y entran en juego recursos estilísticos, artísticos y de montaje que van más allá de la mera interpretación musical.
En las últimas décadas estamos asistiendo a un baile de estilos y géneros en el que las tipologías se han difuminado creando obras que superan la yuxtaposición de imágenes y en las que la narración o la dirección artística cobran igual o mayor importancia que la propia musicalidad. Ya no sirve mostrar a la banda actuando, a riesgo de transmitir una imagen de grupo insulso, sino que se debe dar al público una razón por la que estar pegado a la pantalla e interactuar con los artistas.
Dentro de estos videoclips de gran factura hay un tipo en especial que merece nuestra atención por encima del resto. Me refiero a aquellos en los que la narración de una historia está por encima de la música, convirtiéndose en cortometrajes de muy corta duración en los que el ratio de recursos es elevadísimo, concentrándose en cada plano los esfuerzos de producción. Por mencionar ejemplos, tenemos Here With Me de The Killers, dirigido por Tim Burton, o la videografía de Romain Gavras, que cuenta con la potencia visual de la cinematografía.
Estos videoclips derivan en ocasiones en obras de mayor duración ya que una sola canción se queda corta para transmitir todas las ideas del director. Por ejemplo Scenes from the Suburbs, un mediometraje realizado por Spike Jonze en colaboración con el grupo Arcade Fire y que complementa film y música. En la media hora que dura la pieza, se hace un repaso a las canciones del álbum The Suburbs mientras la narración nos cuenta la historia de unos adolescentes y los cambios que experimentan cuando se deshace su grupo de amigos, dotando a la historia de una narración conjunta que va más allá de las propias letras de las canciones.
Esta narración conjunta ha sabido explotarla también Woodkid. Sus videoclips nos ofrecen una serie de relatos conceptuales, carentes de sentido por sí solos, pero que cobran sentido cuando unimos las historias de todos los videoclips en una única narración. Esta es una nueva forma de construcción del relato, episódica, que se asemeja tanto a la cinematografía en lo estético como a las series de televisión por la continuidad de la historia.
Pero no quería acabar este artículo sin mencionar el paso contrario, cuando la coincidencia entre imagen y sonido se extrapola en un largometraje. La reciente Whiplash utiliza recursos de montaje basados en la coincidencia para crear una sucesión de planos que parecen ir al ritmo de la excelente banda sonora de la película. Cabe destacar que el montaje dinámico del film fue reconocido con la estatuilla al mejor montaje en la reciente ceremonia de los Oscars.
Estamos viviendo un momento en el que no existen barreras para la creatividad. El videoclip, al ser un formato breve y contundente, da pie a la explotación de todos los recursos posibles y eliminar las limitaciones que un formato de mayor duración ofrece.
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