Ty Segall (2017). ¿A quién le importan los títulos?
Es posible que Ty Segall se haya quedado sin ideas para títulos de discos, llevándole a llamar simplemente “Ty Segall” a su último trabajo –la segunda vez que lo hace, contando su disco debut homónimo de 2008–, pero lo que sabemos seguro es que no anda falto de inspiración musical.
Siguiendo la estela de sus otros trabajos, este álbum se erige como toda una explosión de musicalidad que nos lleva desde el garaje rock hasta el psycho-punk, pasando por toda una serie de influencias como T.rex, The Beatles o Black Sabbath.
La encargada de abrir esta experiencia es Break a Guitar, que nos presenta un sonido de guitarra demoledor en permanente contacto con la voz de Ty y con la alternancia con los solos anárquicos marca de la casa. El segundo lugar es para Freedom, con un ritmo en su comienzo que inevitablemente me recuerda a una de las canciones compuestas para la banda sonora de Scott Pilgrim contra el mundo. Este camino a la libertad que Ty emprende tiene su directa continuación con Warm Hands (Freedom Returns), una ambiciosa canción de 10 minutos con constantes cambios de ritmo, instrumentos y géneros en la que nos encontramos ante la definición perfecta de libertad musical, sin ataduras de ningún tipo.
Después de este frenesí creativo, se ve con cierta lógica el descanso que Ty nos ofrece con Talkin’, un corte con un ritmo mucho más pausado y con reminiscencias blues. Pero tras la pequeña pausa vuelve de nuevo la acción, pues con The Only One vuelven los sonidos afilados de guitarra y la potencia de los solos de Ty para derivar en Thank You Mr.K, una canción de alto voltaje en la que se unen los ritmos más punks de todo el disco, con un estilo de voz que remite directamente a The Kinks y que llega a su máximo esplendor tras el interludio en el que se desata directamente el caos musical.
El último bloque del disco, formado por Orange Color Queen, Papers y Take Care (To Comb Your Hair) nos lleva a un sonido más clásico y limpio, con una mayor presencia de guitarra acústica y piano, que nos recuerda la capacidad de Ty Segall para sorprendernos con la música en cada nuevo disco.
Para acabar de rematar el disco, Ty nos regala Untitled, una pista de 14 segundos de duración en la que, tras marcar el ritmo con las baquetas, entra la guitarra para dejarnos a medias, con ganas de querer más. Una broma que no hace más que abrir nuestro apetito musical.
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