Creo que no sorprenderé a nadie si afirmo que toda canción tiene la finalidad de transmitir una idea, una historia. Para esto se puede utilizar tanto la letra, interpretada por un cantante, como la propia musicalidad, escogiendo un tono y un tempo determinado (pensemos en el Requiem de Mozart, por poner un ejemplo).
Esta narración musical puede adoptar formas tan complejas como el artista desee, transmitiendo historias en cada una de sus canciones o uniendo toda la historia de un álbum bajo un mismo denominador común, un concepto. De esta manera se crea lo que se ha denominado como Ópera Rock, una forma de expresión musical que unifica en una serie de canciones (normalmente un álbum) una narración de una historia con una misma temática. Este término está estrechamente ligado a otro como son los discos conceptuales, forma que engloba a aquellos sencillos con una conexión entre sus canciones ya sea por la utilización de un instrumento, por el de un tono de humor o por la narración de una historia, no siendo necesariamente todo disco conceptual una ópera rock, pero sí al contrario.
Es dentro de este movimiento donde ubicamos Drones, el séptimo álbum de estudio de la banda inglesa Muse y que se estrena hoy en el mercado.
Toda la discografía de este trío de Teignmouth está marcada por la influencia de temáticas de la conspiración, el ocultismo, las relaciones humanas y la rebelión frente a la dominación de las altas esferas sociales, impregnando en cada uno de sus discos conceptos unidos a esto.
Pero es en este disco donde la historia cobra un especial interés, proponiendo un relato distópico que reflexiona sobre el uso de la tecnología militar y la capacidad de autodestrucción del ser humano. En palabras de Matt Bellamy, vocalista de la banda, se trata de un álbum que ahonda en el concepto del viaje de un ser humano, de su abandono y pérdida de la esperanza, de su adoctrinamiento por el sistema para ser un ‘dron humano’ y finalmente de la liberación de sus opresores para reivindicarse como un ser humano libre.
Siguiendo el orden de las canciones, podemos resumir el argumento de esta historia. Dead Inside, la canción que abre el disco, nos sitúa al protagonista como una persona que ha perdido la esperanza y se siente perdido debido a la pérdida del amor. Es una persona muerta por dentro, carente de cualquier sentimiento positivo y que, a causa de esto, acaba entrando dentro del ejército.
Drill Sergeant, un interludio sin música y Psycho hablan del proceso por el cual el ejercito elimina todo rastro de amor que queda en su interior y le lava el cerebro para convertirlo en una máquina de matar. Los diálogos introducidos en la canción, que recuerdan directamente a la magnífica La chaqueta metalica de Stanley Kubrick, tienen un carácter militarista y opresor por el que el protagonista llega a afirmar que su alma y su culo pertenecen al sargento y, por ende, a la causa.
En Mercy, el protagonista reconoce que se ha fallado a sí mismo e intenta liberarse de las ‘sombras y fantasmas que se han comido su alma’, en un tema que se dibuja como un grito de dolor y misericordia, pero esto desaparece cuando es llamado para combatir en la guerra. Reapers, el tema más potente de todo el disco, es el relato de la devastación de la guerra en la que él solo es otro peón prescindible que mata a distancia (como un Dron) para otros.
The Handler narra cómo el protagonista reconoce que ya no quiere estar dominado por el titiritero que maneja su mente y que le ha convertido en una máquina fría y sin sentimientos. Finalmente consigue liberarse y se convierte en un desertor, Defector, que previo discurso de John F. Kennedy en el interludio, JFK muestra todo su odio frente a quien pretende dominar el mundo y le amenaza.
Crees que tu trono es demasiado alto para que sea derrocado, pero vamos a verlo caer, por un desertor.
Revolt es el relato de cómo asume su libertad e insta a romper con la tiranía al resto de la población para ser fuerte y acabar con su dolor. El tono optimista de la canción se une a la balada Aftermath en la que el protagonista encuentra el amor y el lugar al que pertenece en el mundo, reconociendo que nunca más volverá a estar solo.
The Globalist constituye por sí mismo un relato paralelo del ascenso y caída del dictador que destruye toda la humanidad, lamentándose después y justificándose en que solo necesitaba amor en su vida.
Drones es la canción que cierra el álbum, una especie de misa en la que el protagonista y el dictador se lamentan de la pérdida de todas las vidas humanas y dejan la última reflexión del disco.
Killed by drones
Our lives between your fingers
Can you feel anything?
Are you dead inside?
Now you can kill
From the safety of your home with drones
Este es, sin duda, un ejemplo de cómo se pueden transmitir historias propias de otros formatos como el cine y la literatura a través la música y sus letras. Una vía narrativa que ha encontrado a lo largo de las décadas distintas obras significativas como Tommy de The Who o la archiconocida The Wall de Pink Floyd, y que caracteriza a los artistas que tienen algo más que decir con su música y no se limitan a vender discos.