Autorretrato de Van Gogh, 1889, ól/lz. Museo de Orsay

El autorretrato en la pintura

Muchos han sido los pintores que se han retratado a sí mismos en el transcurso de la historia, ya fuera para perdurar en la posteridad o por dejar constancia de sus estados de ánimo o del paso del tiempo. La lista de artistas que se han pintado a ellos mismos son muchos: Rembrandt, Durero, Rafael, Lippi, Murillo, Rubens, Velázquez, Van Gogh, Picasso, Frida Khalo, Schiele…  Hay pintores que se han retratado muchas veces, y otros ninguna.

Una de las funciones del arte es contar cómo somos. Por medio de la pintura podemos saber hoy en día cómo eran los rostros de estos pintores tan importantes, de papas, reyes o emperadores.

El retrato, y, como subgénero, el autorretrato, se ha considerado siempre el género artístico por esencia, el cual ha ido evolucionando con el tiempo, ya que el rostro humano es uno de los principales objetos de estudio del arte.

 

Autorretrato de Rembrand, s.XVII

Rembrandt es considerado el gran maestro del autorretrato. Se pintó en más de 50 obras a lo largo de su vida. Gracias a esta “biografía pintada” podemos conocer su evolución estilística y análisis de sí mismo.

 

Cuando el artista decide ser su propio modelo de estudio, el retrato se convierte en autorretrato. Por lo tanto, es un retrato hecho de la misma persona que lo pinta. El objeto que más ha tenido que ver en la ejecución de un autorretrato a lo largo de la historia ha sido, sin duda, el espejo, ya que se miraban en él para realizar la pintura. Pero, a veces, incluso se miraban en el reflejo en el río y hasta dibujaban autorretratos “a ciegas”, recorriendo sus rostros con sus propias manos y trasladando esas sensaciones al cuadro. A fin de cuentas, la propia cara es el modelo más cercano, económico y lo más inmmediato y familiar. Actualmente disponemos de muchos medios como la fotografía, la cámara web, los vídeos, etc.

En un autorretrato no sólo se pinta una apariencia física o se busca un parecido sino que interviene la subjetividad del artista, ya que el pintor se representa a través de su propia mirada, interviniendo su estado anímico, gestos y colores. Así, entre sus funciones están la auto-examinación y auto-representación, rememorar el pasado, construir la propia identidad o indagar sobre ella, como publicidad de sus habilidades o incluso aprovechar para experimentar alguna técnica o forma de expresión.

 

Autorretrato de Van Gogh, ól/lz. Museo de Orsay

Van Gogh se hizo muchos autorretratos. Lo utilizaba como método de introspección, para intentar hacer dinero y para desarrollarse como artista

 

El autorretrato a lo largo de la historia

Los autorretratos, en general, se remontan al Antiguo Egipto, al periodo de Amarna (1365 a.C.), cumpliendo una doble función: marcar la obra como propia y como auto-representación. Pero no se convierte en subgénero de la pintura en Occidente hasta el s. XIV.

Al final del Renacimiento, en un nuevo contexto artístico de renovación y ruptura con la antigüedad, el artista empieza a incluirse discretamente en sus obras para ir dando a entender que ser pintor no es un mero trabajo mecánico. Ya desde esta época, el motivo central del autorretrato es la mirada. Ésta funciona como intermediaria entre el objeto de arte y el espectador. El artista busca “aristocratizar” su imagen, añadiendo atributos simbólicos para ennoblecer su arte. Un ejemplo de esto es Durero.

Incluso cada vez más se menciona el lugar de la creación, es decir, el estudio. Buscan la exaltación de la propia persona para cumplir con su deseo de permanencia y memoria. Buscan dignificar su profesión.

 

Autorretrato de Picasso, principios del s.XX

Sin dejar de lado el academicismo formal, ésta es una obra más espontánea y de trazo enérgico. Picasso hizo muchas interpretaciones de su imagen, usando diversas técnicas y estilos distintos: modernistas, azules, rosas, cubistas…

 

En el siglo XVII surge la necesidad en el artista no sólo de representar o reproducir una figura humana, sino también las actitudes morales e intelectuales del representado. Aquí, el autorretrato tiene una puesta en escena noble, exaltando al personaje del creador.

En el siglo XVIII predomina un fuerte deseo de independencia del artista que se materializa con una autonomía de las artes en el Romanticismo. Se desarrolla la idea del genio liberado y libre en su pintura, surgiendo un debate sobre el retrato, donde lo que se pretende es darle al autorretrato toda la importancia que tiene y no como un género secundario. El autorretrato es comprendido no solo como la representación de un mero dibujo del rostro, sino como algo que exige que el “alma” de esa persona dé vida a la imagen pintada.

En el siglo XX se rompe con las nociones elementales. Se experimenta, se sufren cambios, se buscan nuevas motivaciones. En esta etapa, el artista, además de reproducir la imagen del retratado, intenta ilustrar su propia actitud ante el mundo exterior y el arte, por lo que su mirada se vuelve más social e intimista. El autorretrato evoluciona, se libera de obligaciones académicas y de apremias morales e ideológicas. En este momento, la autorepresentación va más allá del autorretrato tradicional porque el artista desvela cosas íntimas de su vida, ideales y posición social. Y no sólo eso, sino que lo utilizan como vehículo purificador más que como una mera exploración psicológica. Ejemplos de esta idea son pintores como Munch, Schiele o Frida Khalo.

 

Autorretrato de Frida Khalo, "La columna rota", 1944

Frida Khalo expresó en sus autorretratos, con gran maestría, el retrato psicológico, sus sentimientos y su mundo interior. Fuertemente transgresora en las normas y convenciones de su tiempo, construyó una obra llena de singularidad con un fuerte contenido dramático.

 

Una vez la fotografía se impuso como medio mimético por excelencia, el autorretrato pictórico se puso en busca de la expresión, la abstracción y la metáfora. Artistas como Chagall o Picasso abrieron su imaginación en este aspecto. Con el Modernismo y las vanguardias se abrió una enorme riqueza en términos formales y conceptuales.

Al final, todo autorretrato revela una verdad incontrovertible: cómo se ve el artista a sí mismo.

Almudena Ruiz García
Últimas entradas de Almudena Ruiz García (ver todo)

0 comentarios

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.