Erik Satie, vínculo entre música y vanguardias del siglo XX
Podría haber varias razones irracionales por las que alguien escogería a Erik Satie para iniciar una conferencia dispersa, incoherente, sátira, extravagante, bizarre… ¡Originales y exceptualmente genuinas la vida y obra de Satie! Por lo tanto, mostremos un repentino interés hacia los siguientes datos que se van a redactar y, a ser posible, que se acompañe la lectura con alguna que otra pieza suya de fondo.
Alfred Eric Leslie Satie nace el 17 de mayo de 1866 en Honfleur (Normandía-Francia), y desde su niñez muestra un interés por la música. Durante su juventud fue tildado de nulo en el Conservatorio de París, y este rechazo hizo que Satie acabase en Montmartre (1887) y que por circunstancias amenas entablase una gran amistad con el poeta Patrice Contamine.
A raíz de establecerse en un barrio tan bohemio y concurrido de artistas es cuando acude a la llamada del café-cabaret Le Chat Noir y publica las Gymnopédies, Gnossiennes, Sarabandes, Ogives, etc. En 1891 conoce a Claude Debussy. Satie es nombrado compositor oficial y maestro de capilla de la Ordre de la Rose-Croix de la que se conocen varias composiciones como Sonneries de la Rose Croix. En ese mismo periodo y vivienda conoce a la pintora Suzanne Valadon, con quien tuvo una relación amorosa. Valadon le retrata, él le dedica composiciones y ella posteriormente se muda dejando como recuerdo esa valorada obra de arte que actualmente se exhibe en el Centre Pompidou de París. La historia señala que, posiblemente, Suzanne Valadon haya sido la única mujer en toda su vida, pero no la única persona relacionada con otras expresiones dentro del arte. También conoce a Maurice Ravel, a quien influenciará. Durante la década de 1880 publicó bajo dos seudónimos: Virginie Lebeau y François de Paule.
Se muda a Accueil y se acostumbra a desplazarse a pie diez kilómetros hasta el centro de París. Algunos afirmaron que lo veían transitar con el peculiar atuendo que lo caracterizaba. Vestía algún que otro traje aterciopelado, un sombrero de hongo, llevaba paraguas, gafas y se dejó crecer una distinguida barba. Decían que cuando partía al alba luego regresaba por la noche y viceversa. A partir de 1899 trabaja como pianista de cabaret, destacando Je te veux, y, harto de recibir críticas hacia sus melodías, decide matricularse y sacarse el diploma en la Schola Cantorum. En consecuencia, sus composiciones son breves, con la firme determinación de ofrecer claridad en el tema y con la intención acompañante de no generar aburrimiento en el público. Era irónico, publicaba anuncios en periódicos donde se ponía a la venta o se rentaba algún que otro edificio de metal (castillo de plomo) imaginado por él mismo. En 1912 obtuvo el éxito marcado por unas obras cómicas. Una de sus manías era añadir glosas en sus partituras con todo tipo de comentarios de lo más bizarros. Más tarde se publicarían dichos escritos en dos libros, Memorias de un amnésico y Cuadernos de un mamífero. Podría haber muchos motivos transgresores por las que escoger a Erik Satie como tema de conversación, y, sin duda, uno de los más relevantes es que Satie fue un inevitable conector entre artistas vanguardistas durante la revolución artística de París y gran precursor de la revolución musical.
Sus composiciones prescindían de tempo y de compases, uno podía interpretarlo ad libitum. También se puede observar que, dependiendo del fragmento y siendo una composición para piano, componía en clave de sol únicamente ambas frases para interpretarse con ambas manos a la vez, o lo mismo pero en clave de fa, entonces podría resultar confuso porque puede parecer para dos pianos o para flirtear con las manos de otra persona mientras se interpreta la pieza con un mismo piano. Era un excéntrico compositor francés que amaba satirizar los paradigmas académicos en general y algún que otro título impresionista de la obra de Debussy. Esto último podría deberse a la discusión que hubo de quién influyó a quién, siendo Satie un compositor que en esos tiempos quizás no gozó de la gloria que le tocaba por ser criticado con acritud por los contrapuntistas clásicos y por no ser apreciadas sus composiciones por Les jeunes (Debussy), que fueron influenciados. Y con la obra de Debussy, los que desconocían a Satie conocerían más tarde a este amante y defensor de la filofonía, cuyos estrafalarios títulos no pasaban desapercibidos, y adjudicarían por error los méritos propios de la clave de la revolución musical que hubo durante el siglo XX a Debussy.
Las trabajos de Satie tenían nombres surrealistas como Trois Morceaux en form de poire. Su espíritu socarrón se incorporaba a la obra en una era musical turbulenta. En 1915 conoce a Jean Cocteau y trabajan en el ballet Parade con decorados de Pablo Picasso y coreografía de Léonide Massine. Conoce a Georges Braque y más tarde se formaría el grupo Les Six con George Auric, Louis Durey, Arthur Honnegger, Germaine Tailleferre, Francis Poulenc y Darius Milhaud. En 1919 conoce a Tristán Tzara, Marcel Duchamp, Francis Picabia, André Derain y Man Ray. También mantuvo contacto con la vanguardia surrealista de André Breton. Colaboró con un readymade de Man Ray, El regalo (1921), y también compone el ballet instantaneísta Relâche junto con Picabia. Además de entrar en escena tanto de actor como de compositor en la película Entr’acte (1924) de René Clair que se utilizó a modo de intermezzo en Relâche, también llegó a contactar con Igor Stravinsky (ambos retratados por Picasso). Fue también retratado por Ramón Casas, Santiago Rusiñol y Marcellin Desboutin, y caricaturizado por Cocteau, Alfred Frueh y por él mismo.
En sus últimos años de vida se aferró de nuevo a profundas convicciones religiosas, y tras una vida apasionada de proyectos y artistas tan dispares que revolucionaron el arte y que le reafirmaron más en su camino de introducir ideas vanguardistas a sus composiciones afirmó que la música cabaretera que él compuso era perversa y contraria a su naturaleza.
Fallece en París en 1925, y actualmente se le conoce como un compositor precursor de movimientos como el minimalismo y el impresionismo musical. Personalmente añadiría su figura también en el dadaismo y surrealismo musicales dadas sus colaboraciones con el arte vanguardista de aquel entonces. Es uno de los compositores clave e importantes de la historia de la música y gran referencia en las vanguardias del siglo XX, así como en el arte. Seguro que algunos de los fieles amantes de las oeuvres pour piano de Erik Satie también han ofrecido gran curiosidad por los influenciados Claude Debussy, Maurice Ravel, Darius Milhaud y Francis Poulenc.
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