La aventura de vivir, por Cory Richards

He pasado veinte minutos en la ventana mirando cómo el aire desfloraba el árbol que tengo delante de mi casa. Parece que siempre estamos más ocupados soñando despiertos o pensando en lo que haremos mañana que en disfrutar del ahora, lo único que realmente tenemos entre manos.

Hoy, más que fotografía, os traigo la historia que hay detrás del objetivo de una imagen, la historia de Cory Richards y su cámara. Acompañada con banda sonora, como es costumbre.

Con corazón de alpinista, empezó en el mundo de la fotografía para comunicar las experiencias de cada aventura, traduciendo lo que veía a su alrededor en imágenes. A los catorce años dejó el instituto y decidió que, desde aquel preciso instante, su educación sería observar lo que había a su alrededor: “Hay cantidades increíbles de belleza humana y natural pasando en todos lados”.

 

Cory Richards Fotografía

 

Durante estos años ha capturado el alma de la exploración, la belleza de la sociedad moderna, y afirma que su trabajo es comunicar una experiencia real, visceral y humana. Un actor de método al que no le importa no sentir los dedos a causa del frío, ni lo fuertes que sean las heridas en su cara, siempre que así consiga que el espectador sienta lo mismo.

De entre sus imágenes vemos rostros que han vivido miles de experiencias, fotografías de escenarios imposibles. El arte y la voluntad de no parar nunca de explorar, de vivir la vida, de salir de la zona de confort.

Actualmente forma parte del equipo The North Face Athletic Team como alpinista. Ha recorrido los siete continentes, desde las cumbres antárticas al Himalaya. Ha trabajado para National Geographic, Red Bull, New York Times o Fossil, entre otras, y fue proclamado Adventurer of the Year por National Geographic el año 2012.

 

Cory Richards Fotografía

 

El artista alcanzó la cima el año 2011, con 29 años a su espalda, y una Canon 5D Mark II con una sola óptica 24-105mm que morirían en el descenso. Una aventura que cambiaría su vida para siempre.

Cory Richards, junto a los aventureros Simone Moro y Denis Urubko, decidieron ser los primeros americanos en escalar la montaña Gasherbrum II (Pakistán), con una altitud de más de 8.000 metros. Para sumarle dificultad, decidieron hacerlo en invierno, sin oxígeno y sin ayuda local para guiarlos. ¿Qué sería la vida sin añadirle emoción?

No me imagino lo que llegaron a experimentar allí arriba, ni lo pequeños que se sentirían. Y Richards sabía que nos lo tenía que hacer llegar de alguna manera, así que con su cámara grabó cada instante del viaje, que después tomaría forma de documental: Cold, un reflejo de los riesgos de la escalada y un vistazo a uno de los lugares más inhóspitos del planeta.

Pero, como en la vida, en toda subida hay un descenso. Se encontraron con vientos huracanados, temperaturas por debajo de los 40 grados bajo cero y… una avalancha. “Cuando nos cogió por sorpresa ya no hubo más miedo. Te estás muriendo mientras intentas mantenerte a flote. De repente nos paramos y mi cara estaba en la superficie.

También supo que ese momento tenía que inmortalizarlo, y una vez consiguió que el aire entrará por sus pulmones tomó una fotografía. El rostro del miedo, del frío, tras haber vuelto a la vida. La vulnerabilidad del ser humano, reducido a nada.

 

Cory Richards Autorretrato

Cory Richards

 

En una entrevista, le preguntaron al fotógrafo que si después de lo sucedido volvería a subir el Gasherbrum II, a lo que contestó: “Si alguna vez amas algo, no lo haces sólo una vez. No podría decidir no volver. Está dentro de mí”.

Ver su historia, verle a él, te cambia la manera de ver las cosas, o por lo menos conmigo lo consiguió. Después de esta terrible experiencia, lo único que ha hecho Richards es aferrarse más a la vida, no dejar de experimentar, no dejar de descubrir lugares nuevos. No ha parado de sentir que su hogar es el planeta entero. Que la riqueza se obtiene luchando, superándote a ti mismo.

En tu zona de confort no queda nada por experimentar, no queda nada que haga sentir la vida correr por tus venas, sal ahí fuera. No te hace falta una avalancha para saber que no deberías estar aquí, que deberías estar corriendo, saltando, sonriendo, haciendo el amor. Cogiendo la cámara y poniendo tu corazón en una sola fotografía, como si ésta fuera a ser la última. Estamos vivos, tenemos sueños por cumplir y deberíamos estar agradecidos por ello.

 

 

Tamara Álvarez López
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