El más odiado y mejor pagado: Jeff Koons en el Guggenheim de Bilbao
El criticado, odiado y mejor pagado artista plástico vivo de la actualidad apareció floreciente a mediados de los años 80 cuando una fuerte crisis económica asolaba a los Estados Unidos. Lehman Brothers se declaraba en quiebra y América colapsaba, pero el mercado del arte, sin embargo, subía como la espuma en su particular burbuja que hasta hoy no ha dejado de crecer, a la par que la reputación y los precios de Jeff Koons también crecían a una velocidad desorbitada.
A Koons le gusta ser el centro de todas las miradas y siempre está dispuesto a dejarse ver en televisión y prensa. Si tuvisteis la suerte de perderos la sesión de fotos de Vanity Fair en las que Koons salía desnudo en su gimnasio haciendo ejercicio o su extravagante relación con la famosa actriz porno Cicciolina, tenéis ahora la oportunidad de empaparos de tres décadas del arte kitsch de Jeff Koons en el Museo Guggenheim de Bilbao. La cercana relación del Koons con el museo Guggenheim, que posee obra permanente del polémico artista, vuelve a entrelazarse aún más con una nueva exposición retrospectiva abierta al público del 9 de Junio al 27 de septiembre de 2015.
Jeff Koons saltó a la fama a mediados de los ochenta con unas aspiradoras y otros objetos de uso domestico dentro de una caja transparente, beatificándolos cual virgen en su urna, algo que recuerda mucho a Marcel Duchamp y su retrete considerado una obra de arte. Treinta años después, estas obras siguen siendo polémicas. Muchos somos los que dudamos del talento puesto en estos objetos que un ciudadano de a pie no puede adquirir por su alto precio. Tanques de agua salada en equilibrio, construcciones milagrosas en las que pelotas de baloncesto flotan a la misma altura y sus famosas esculturas de acero inoxidable brillante como su Popeye o sus perros globo son algunas de las obras que lo convirtieron en el artista vivo más famoso y cotizado de los últimos diez años. Bueno, estas y también el hecho de que no pare de aparecer en los medios de comunicación en los que da lecciones de presencia y de confianza en uno mismo. Aparentemente, Jeff Koons irrita al más calmado con su prepotencia al igual que hace subir el valor de sus obras en cada aparición, y esto realmente tiene mucho mérito.
Muy conocida es su serie Made in Heaven. Un legado de sus relaciones sexuales con su exmujer, la actriz porno italiana Cicciolina, que pese a ser fotografías extremadamente explícitas, el artista insistía en la pureza de sus obras, asegurando que no estaba interesado en la pornografía sino en la parte espiritual de esta. La verdad es que, personalmente, soy muy defensor de los desnudos en el arte y de lo provocador, y aunque soy muy consciente de que lo que hoy en día vemos con malos ojos puede ser visto como genialidades en el futuro. Observando la serie de fotografías, no puedo sentir especial afinidad hacia ellas, las veo algo cutres.
Todo este arte tan artificial, junto al hecho de que en su generalidad esté ejecutado por unos cien asistentes contratados de manera que Koons prácticamente no toca la obra, hacen de él uno de los artistas más polémicos y criticados de la actualidad.
Mi parte preferida de Koons es, sin duda, la escultura en sus distintas series, aunque es verdad que en su contra juega el hecho de que no son ejecutadas por él, pero sí son sus ideas. En ellas se aferra al arte Kitsch por excelencia, con esculturas banales y de mal gusto que culminan lo mejor de la exposición del Guggenheim. Entre ellas siempre despertó ternura en mí la escultura agridulce de Michael Jackson y Bubbles. Son como el dálmata de porcelana que algunas casas de los 90 tenían en el hall y de los que hoy pocos sobreviven, pero en este caso hechas para multimillonarios. Pero, sin duda alguna, las deslumbrantes esculturas de acero inoxidable pulido son las más llamativas y despojan de cualquier interés a las fotografías de la exposición.
La herencia de Andy Warhol es la esencia de Koons y también la de Takashi Murakami con su fusión entre merchandising y arte. El arte Pop y el arte Kitsch son omnipresentes y demuestran que es cada vez más frágil la delgada línea entre el arte y los productos básicos de consumo diario. La profundidad del arte y la búsqueda del mensaje desaparece y parece que a los coleccionistas les importa cada vez más un arte reconocible al instante, un arte artificial y brillante, un juguete brillante sólo al alcance de muy pocos. Sin duda, Jeff Koons supo ver lo que esos coleccionistas estaban buscando y ha sabido como convertirse en el artista vivo mejor cotizado del momento. Por mucho que pueda discrepar con algunas de sus obras, Koons merece mi admiración por ser lo que es: una obra de arte andante.
- Ingres, la perfección hasta la obsesión - 24 febrero, 2016
- Kandinsky, una revelación que cambiaría la historia del arte - 23 octubre, 2015
- El más odiado y mejor pagado: Jeff Koons en el Guggenheim de Bilbao - 17 junio, 2015
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!