La Acrópolis de Atenas

La Acrópolis de Atenas es la acrópolis más célebre y representativa de todas las acrópolis griegas. Es el monumento o conjunto de monumentos más importante de la civilización griega que ha llegado a nuestros días. En época micénica, esta colina, situada a 156 metros sobre el nivel del mar, era más una fortaleza que otra cosa, y albergaba el palacio real. Con el paso del tiempo, el lugar se fue llenando de templos y otras construcciones; en el siglo VI a.C. se construyó el Hecatompedón o pre-Partenón, templo que sería sustituido posteriormente por el Partenón. Tras la famosa Batalla de las Termópilas, Atenas y su Acrópolis fueron saqueadas y destruidas. Hacia mediados del siglo V a.C., Pericles desarrolló un importante plan de obras públicas y nombró a Fidias episkopos pantor, director general de las obras de la acrópolis. Llegaron arquitectos y escultores de toda Grecia, entre los que destacan Ictino, Calícrates, Colotes, Alcámenes, Polignoto y Mnesicles.

La entrada a la Acrópolis está enmarcada por un edificio llamado los Propíleos, obra de Mnesicles y al que se llegaba a través de una rampa. Se pensó para que tuviera dos estancias laterales, pero sólo se terminó una de ellas, en la que se estableció una pinacoteca. Junto a este edificio de entrada se construyó el Templo de Atenea Niké, dedicado a la diosa Atenea como Niké Aptera o diosa de la victoria. Fue encargado a Calícrates para conmemorar el tratado de paz firmado con los persas. Al salir de los Propíleos, los atenienses se encontraban con una gran escultura de bronce de Atenea Promacos, obra de Fidias, que conmemoraba la victoria de Maratón. Tras esta escultura se veía el templo de Atenea Partenos, el Partenón, encargado a Ictino y Calícrates, siempre bajo las órdenes de Fidias. El templo guardaba el tesoro de la diosa y los fondos del estado, así como la famosa pero perdida escultura crisoelefantina (de oro y marfil) del escultor Fidias, que conocemos por copias romanas posteriores. Los tres arquitectos desarrollaron una magnífica técnica de correcciones ópticas mediante la cual el ojo humano apreciaba como perfectas todas las proporciones y líneas del templo; sin dichas correcciones parecería torcido, curvo o a punto de caer. La decoración escultórica es obra de Fidias, que ayudado por un gran equipo de escultores decoró con relieves todas las metopas del friso, creó un importante conjunto de esculturas exentas para los dos frontones y un relieve de 160 metros que recorría todo el muro exterior de la cella y que recreaba la procesión de las Panateneas con más de 350 figuras de tamaño prácticamente natural.

 

Templo de Atenea Partenos.

Templo de Atenea Partenos.

 

Al otro lado de la Acrópolis, los atenienses llegaban al Erecteión, que es el lugar más sagrado del recinto ya que allí la diosa Atenea hizo florecer el olivo que regaló a la ciudad. Es también el edificio más complejo de toda la Acrópolis; su planta irregular se debe a los múltiples lugares sagrados que alberga y que Mnesicles tuvo que respetar cuidadosamente. El edificio consta de tres partes: la central está dedicada a Atenea Polias, espacio en el que se guardaba el Xoanón, una escultura de madera de la diosa que era la figura central de culto de la Acrópolis; otro de los espacios se dedicó a Poseidón Erecteo y comunicaba con la bellísima tribuna de las cariátides; y el tercer espacio custodiaba una de las reliquias más importantes de la Acrópolis, el olivo de Atenea.

 

Tribuna de las Cariátides. Una de las tres partes que formaban el Erecteión.

Tribuna de las Cariátides. Una de las tres partes que formaban el Erecteión.

 

Precisamente en el Erecteión finalizaba la procesión de las Panateneas que podemos ver en los relieves del Partenón, el evento más importante para la ciudad de Atenas. Todos los años se celebraba el festival de las Pequeñas Panateneas y cada cuatro años las Grandes Panateneas, que eran más suntuosas e incluían competiciones atléticas, musicales y de otras artes. Las fiestas se prolongaban 7 días y la última noche todos los atenienses se quedaban despiertos cantando y bailando hasta que, ya de día, se celebraba la sagrada procesión hasta la Acrópolis. Primero salían los funcionarios, hoplitas, jinetes y carros, después una nave con un hermoso manto tejido por las sacerdotisas y finalmente los ciudadanos con sus ofrendas y animales para sacrificio. Como hemos dicho, la procesión terminaba en el Erecteión, lugar en el que se hacían los sacrificios en honor a Atenea y donde se entregaba el manto a los sacerdotes para que vistieran el Xoanón o la escultura en madera de Atenea Polias. Esta celebración fue el elemento vertebrador del conjunto monumental de la Acrópolis.

 

Reconstrucción de la Acrópolis de Atenas en el siglo V a. C.

Reconstrucción de la Acrópolis de Atenas en el siglo V a. C.

Otros edificios que había en la Acrópolis eran el Templo de Artemis Brauronia, la Calcoteca que guardaba las ofrendas a Atenea, los santuarios de Pandión, de Gea Karpófora o de Zeus Polieus. Y fuera del recinto, más elevado pero formando parte de la Acrópolis encontramos el Odeón de Herodes Ático y el Teatro de Dioniso. El espacio libre entre las diferentes construcciones se llenaba de esculturas de piedra y bronce, que eran ofrendas de los atenienses.

Después de la época de dominación romana y durante los siglos posteriores, la Acrópolis sufrió profundas transformaciones y graves destrucciones. Los templos se convirtieron en iglesias cristianas y los turcos utilizaron los Propíleos y el Partenón como polvorines que, durante el asedio veneciano, explotaron y fueron destruidos.

 

Lucía Ramos Martín
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