Margarida Alves
Esta semana volamos a Portugal para conocer el trabajo de Margarida Alves, artista nacida en Almada, Portugal, en 1983. Actualmente vive y trabaja en Lisboa, la capital del país, llevando a cabo un trabajo exquisito que presentamos hoy a través de la convocatoria de arte de The Lighting Mind.
Con el fin de conocer el extenso trabajo de esta artista, hay que destacar que, al comienzo, siguió el camino de la ciencia, estudios combinados poco después con las artes visuales, la música y el teatro, aunque fuera éstas últimas del marco académico. Según nos cuenta, la física constituía para ella una manera de discernir el mundo, como una respuesta al proceso de asombro ante la naturaleza y la vida. Conforme pasaba el tiempo, fue dándose cuenta de que ya no podía dedicar su tiempo a la aplicación práctica de los conceptos físicos por la sencilla razón de que la física newtoniana se limita a nuestra escala ojos, lo cual funciona para la construcción de un refugio, un puente o una casa, pero no para tantas otras cosas.
Poco a poco ha ido comprendiendo que no hay una forma objetiva de entender el mundo, sino múltiples posibilidades de articulación. Por ello, se originó en ella lo que llama como “escisión conceptual”, proceso que, ante todo, le llevó a una necesidad de expresión, no sólo desde el punto de vista científico, sino también desde el filosófico, histórico y artístico.
Aún a pesar de la sencillez de sus obras, el discurso que se establece en torno a ellas, tal y como empieza a advertirse, es de una considerable complejidad. Su actividad artística comienza a partir del momento de escisión, conduciéndola hacia la lucha por dar visibilidad a lo inefable. Hoy en día, Margarida Alves se define como una artista visual, pues dedica todo su tiempo a la manifestación artística.
Los límites de la ciencia y los límites humanos son el detonante de su producción. Se nutre de temas que oscilan entre la vida y la materia inanimada, los fenómenos de nuestro ser, la alteridad, el origen, el paisaje, el tiempo o la memoria, teniendo siempre en cuenta las perspectivas anteriormente mencionadas del arte, la historia, la filosofía y la ciencia.
Aunque existen diversas disciplinas a las que recurre para dar forma a sus obras, la escultura se presenta como aquella predilecta. Una escultura, según sus palabras, puede funcionar como una metáfora de un cuerpo al borde del colapso, o un tamiz que, en lugar de tamizar la materia, filtra la luz (ejemplo de ello son las obras Vilarinho das Furnas rustling y The Invisible Sky). Las obras de arte también pueden representar un círculo sin cerrar que refleja el paisaje, como una herida abierta que nunca sana; un mundo que cambia constantemente y nunca es el mismo (véase su obra Fragments).
Sus obras de arte pueden llegar a ser casi invisibles. Claro ejemplo de ello es la obra que recibe por título Ad crepusculum, donde esculturas de vidrio translúcido se insertan en las grietas de la pared. Los objetos de vidrio crean sombras visibles que se mueven dejando constancia del paso del tiempo cual reloj de sol.
Sin duda alguna, es mucho lo que puede extraerse de la obra de tan fascinante artista, y son muchas las ganas de hablar de nuevo sobre ella en futuras ediciones de la revista ATELIER. Mientras tanto, os dejamos su web para que podáis conocer algo más sobre ella. Preparaos para ver algo único.
- Sandra De Jaume - 6 septiembre, 2017
- Rebeka Elizegi - 18 agosto, 2017
- Ana Beltrán Porcar - 6 julio, 2017
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