Cuando hablamos de Alba García
Cuando hablamos de la artista que os traigo esta semana, hablamos de intimidad. De esa clase de intimidad que sólo se consigue entre unos brazos, entre unos besos o entre sueños. Esa intimidad que te hace estar en paz contigo mismo, que te hace conectar, que te remueve por dentro.
Cuando hablamos de la fotógrafa Alba García hablamos de descubrirse a uno mismo tanto física como psicológicamente, en este caso mediante el autorretrato. De amar nuestras perfecciones e imperfecciones. Desde nuestras pestañas a nuestra forma de caminar, de nuestros terrores más profundos al ángulo de nuestras rodillas al sentarnos.
Nos enseña que el amor y el arte van de la mano; que, por eso, 13 años después de haber nacido en Oviedo descubrió su pasión y su medio de expresión: la fotografía. Un descubrimiento que la ha llevado a protagonizar múltiples exposiciones e incluso la publicación de un libro.
Una fotografía que Alba llena de luz y serenidad. De blancos y negros en su mayoría. De detalles, de un espacio temporal congelado. Una fotografía llena de feminidad y sensualidad. De sencillez y naturalidad, de vida y poesía. A menudo con ruido y a veces con collage. Una fotografía salida directa de las entrañas, que nos cuenta más sobre ella y sobre lo que siente.
Si hablamos con ella nos confesará ser una adicta a la fotografía y una apasionada de congelar el tiempo. Nos explicará que por dentro le remueve una incesante búsqueda por capturar la parte íntima de los demás, de plasmar sentimientos.
Cuando hablamos de Alba García, hablamos de volcar el corazón en la mesa, o en una fotografía. De decir todo aquello que pensamos y perseguir lo que soñamos.
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