Mostra Viva del Mediterrani 2017

Cuando Mia Farrow admite haber encontrado al hombre perfecto en La rosa púrpura del Cairo (1985) se lamenta porque es un ser ficticio. Cuando se besan, ese mismo hombre reconoce no saber qué hacer a continuación porque en su mundo solo existen fundidos en negro.

La ficción es ese lugar donde podemos enamorarnos de un personaje pero también donde ese personaje puede enamorarse de nosotros. Puede que Mia Farrow tuviera más suerte que nadie en la cinta de Woody Allen al entrar en un mundo perfecto, pero los relatos de ficción influyen en todo aquel que los experimenta (ya sea creador o espectador) y esto es un hecho innegable.

Mostra Viva del Mediterrani

 

Así, resulta siempre maravilloso poder celebrar la ficción más ficcional o la ficción más realista en festivales como Mostra Viva del Mediterrani. Lucien Castela, impulsor de las primeras ediciones, ya revindicaba en la gala inaugural del Festival la capacidad evocadora del cine. Una capacidad que resulta, necesariamente, responsable con el objeto que deseamos evocar: «la Mostra ha de ser voz para transmitir diálogo a través del arte y la solidaridad».

La palabra clave que dota de un sentido único al festival sería, entonces, voz. Esta edición ha contado con voces de países muy diferentes (Egipto, Italia, España, Siria, Israel, etc.) dentro de las secciones oficiales (largometraje y cortos), así como aquellos productos que hemos podido ver fuera de la competición del Festival. Las voces se han unido para transmitir mensajes reivindicativos, comprometidos o simplemente para adorar el arte por el arte.

Hemos disfrutado, durante todos los días que ha durado el Festival, del cine como un elemento casi curativo, igual que Mia Farrow bebiendo en su copita de champán una vez ha cruzado la pantalla y disfruta la película desde dentro. Sin embargo, la potencia de las voces no solo ha encontrado su camino a través de la pantalla, sino que también hemos podido asistir a continuos debates, encargados de prolongar las temáticas presentes en los objetos audiovisuales de una manera más participativa. De nuevo, que el cine se haga palabra ayuda a que todos aquellos que alzan la voz puedan encontrarla y enfrentarla a quien está deseoso de escuchar, o bien a quien no quiere saber nada del tema. Es un intento por sacudir espíritus y devolverlos a la realidad en la que viven, surgiendo, a su vez, de cualquiera que sea la realidad de la que parten.

 

Mostra Viva del Mediterrani

 

Esto lo hemos podido comprobar en varios de los cortometrajes del Festival. El producto que el egipcio Akram El Bezawy ofreció en su corto A journey in search of Abul Arabi destilaba una simpatía abrumadora. El propio director, con la cámara siguiéndolo por las calles de Egipto, busca al héroe Abul Arabi. Va preguntando a una serie de personas (que no personajes, puesto que no parecen actores profesionales) si lo conocen o si lo han visto. Las historias mitológicas de este héroe nacional junto a las explicaciones más realistas se unen para dar lugar a una pequeña joya donde la risa es lo que más importa. ¿Qué mejor manera de bucear en la identidad de un país que a través de la comedia? La ausencia de las mujeres en la cinta, que únicamente vemos como figurantes y nunca como participantes, resulta también significativa; nosotros creemos que ese silencio está hecho adrede, pero el espectador podrá sacar sus propias conclusiones.

Siguiendo justamente con lo que planteábamos en relación a la multipluralidad de voces, este corto contrasta con el del español Juan Falque, Anatomía de una mirada: Silvia. Ramón, grabado además entre Valencia y el País Vasco. En él se analiza la imagen de Silvia Ageloff y Ramón Mercader momentos después de que este último matara a León Trotsky en México en 1940.

La imagen, de todos modos, la conocemos solamente al final de la historia. Todo el corto focaliza su atención en personajes y colectivos —como varios grupos de teatro— que no conocen a los protagonistas de la fotografía y opinan sobre sus identidades y sobre lo que puede estar pasando en la imagen. Una manera sobrecogedora de acercarte al sufrimiento de Silvia Ageloff, que vio su mundo totalmente derrumbado en el momento que Ramón Mercader acabó con la vida del revolucionario ruso.

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En este sentido, podemos destacar la mesa redonda “El papel de la mujer en la cultura del Mediterráneo Sur y Oriental”, moderada por la directora Giovanna Ribes. En esta ocasión, la discusión sobre la construcción de la mujer en el cine, ya sea creadora o protagonista, resultó increíblemente necesaria. Dentro de un ambiente siempre de cordialidad, pudimos darle vueltas a diversas teorías y enfoques feministas, según los cuales sería importante centrar la producción de mujeres en aquello que atañe a las mujeres o, por el contrario, abrir ese mundo y compartir los espacios con el cine más apreciado por el mercado, prácticamente realizado por hombres. Las experiencias personales de cada directora también ayudaron a ofrecer un punto de vista más enriquecedor que demostraba que es un tema todavía abierto y del que podemos seguir debatiendo de manera igualmente interesante. Nos ha parecido esencial dejar constancia de los nombres de todas las mujeres directoras que intervinieron por si alguien se sintiera atraído hacia sus producciones: Natalie Kaplan, Silya Ziani, Djamila Sandouk y Eliane Raheb.

 

Mostra Viva del Mediterrani

 

Es gracias a proyectos como el de la Mostra Viva que la escena valenciana cobra vida. Una escena acallada durante muchos años por la gestión del Partido Popular renace ahora con una potencia atronadora. Y esa potencia no está únicamente circunscrita a este Festival, sino que las salas de teatro independiente se llenan cada día con proyectos revolucionarios. Son revolucionarios porque juegan; juegan con el tiempo, con los personajes, juegan las paredes que separan al público o juegan con la música. Proyectos inspirados en lo que ya pusieron en marcha las primeras ediciones de la Mostra Viva: un intento absolutamente consciente de renovación artística (porque tenemos en cuenta todos sus ámbitos) que además tiene la intención de alcanzar al mayor número de gente posible.

Nosotros nos despedimos ahora, como el director de una película viendo cómo su personaje se escabulle dentro de la pantalla. Huye en busca de su hombre perfecto, pero a nosotros no nos importa. Al fin y al cabo, nosotros también somos personajes de ficción.

 

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Mamen García García
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