Recordando “Exit Through the Gift Shop”

Del metro y la calle al pedestal y el millón de dólares: una (desfasada) historia más del espectáculo de la posmodernidad

Una desconocida Paranoid Pictures –en clara burla a una de las cinco grandes, Paramount– presentó en la primavera de 2010 el primer largometraje realizado por uno de los artistas urbanos más sobresalientes y cotizados actualmente, el misterioso Banksy –o, quizá, el menos misterioso Robin Gunningham–. Muchos ya sabrán de qué estoy hablando. Se trata de “Exit through the gift shop (2010), una especie de documental o “falso documental” difícil de clasificar en un género, pues su contenido desconcierta e incomoda a cientos de críticos y cinéfilos –y que se ha llevado números premios internacionales incluyendo la nominación al Oscar al Mejor Documental–. La única cosa que parece clara es que producciones como ésta generan una amplia reflexión en la que abunda la polémica, la crítica y la sátira.

En una ocasión leí que el mejor método para analizar cualquier obra cinematográfica, tras su visionado, es comenzar por el final de la misma y compararlo con el inicio. Quizá, aunque esta comparativa resulte trivial o poco rigurosa, puede ser mucho más reveladora que cualquier concienzudo y minucioso análisis toma a toma y, de hecho, en este caso, el final plantea un choque brutal en relación con su apertura. El filme termina con el sorprendente y desproporcionado éxito del primer trabajo expositivo de Thierry Guetta, apodado por él mismo como Mr. Brainwash. Pero realmente el fin del supuesto documental concluye con la demolición de un muro en el que el recién inventado, paradójica y velozmente consolidado artista urbano, escribe con graffiti el título de su exhibición, “Life is beautiful”. Un muro graffiteado cae demolido. Frente a esto, la película comienza con una larga secuencia en la que se suceden distintos artistas callejeros “trabajando muros” en la oscuridad y clandestinidad de la noche; elegir, saltar, marcar, correr, huir. “Esta noche la calle es nuestra”. Atractiva y hermosa apertura. Sólo con este ejercicio, se puede deducir una posible lectura de la película: el claro desvío que va de un protagonismo centrado en el arte callejero –aquel arte transgresor, que toma e invade el espacio público de forma libre pero ilegal, que queda por completo fuera del circuito capitalista– a la descontextualización y mercantilización del mismo, evidenciando además lo ridículo, arbitrario y absurdo que puede llegar a ser el mercado del arte. En mi opinión, sea un fake o no, es éste el principal sentido del documental de Banksy: subrayar la profunda alianza que el mundo artístico posmoderno tiene con el sistema capitalista, incluso aquel completamente opuesto. Esto dirige a este tipo de arte a un grado delirante y de idiotez supremo, pasando a ser norma dominante la impuesta por el mercado, donde todo puede pervertirse si existe la oportunidad de hacer negocio.

En nuestra era, la de la hiperrealidad la llaman algunos, todo es potencialmente vendible y consumible –hasta una auténtica masacre o barbarie humana– y no hay demasiados escrúpulos ni temas vetados. Así, en el documental se expone la comercialización que vive hoy el originario arte callejero, que le ha hecho perder su esencia convirtiéndose en otro objeto más, introduciéndose en galerías, casas de subastas y museos. Y este proceso se vuelve una parodia crítica, intencionadamente envenenada, al materializarse en el relato de Mr. Brainwash.

Fotograma de Exit Through the Gift Shop

Fotograma de “Exit Through the Gift Shop”

Fotograma de Exit Through the Gift Shop

Fotograma de “Exit Through the Gift Shop”

 

Graffiti de Banksy

Graffiti de Banksy

 

Una vez desvelado lo que, en mi opinión, puede ser el sentido más palmario del documental, veámoslo de forma más detallada a través de otros aspectos de la propia cinta. En primer lugar, el título es en sí mismo una declaración de intenciones, haciendo referencia a la estrategia adoptada por parte de museos –tanto privados como públicos, con ánimo o sin supuesto ánimo de lucro– de hacer salir a sus visitantes por la tienda de regalos, con lo que se evidencia el lenguaje de los grandes centros culturales y la hipocresía que reina en los “templos” del conocimiento. A lo largo de todo el documental, por medio del gran narrador Rhys Ifans, Thierry Guetta y el propio Banksy, se articula el hilo argumental. Guetta, un francés afincado en Los Ángeles, es propietario de una tienda de ropa que, por casualidad, entra de lleno en el mundo del arte urbano. Gracias a su obsesiva práctica de grabar constantemente su día a día, se va haciendo con un material realmente rico acerca del mundo artístico callejero. Space Invader, Monsieur André, Zeus, Shepard Fairey u “Obey”, Seizer, Sweet Toof & Cyclops, Ron English, Dotmasters, Swoon, Buffmonster… y el más popular de todos, Banksy. Especial protagonismo tiene del que se dice es de Bristol, el para algunos digno sucesor de Blek le rat, del que no sólo se muestran algunos de sus trabajos a través de la técnica del estarcido (o stancil) y el aprovechamiento mismo de las fracturas, manchas o estructuras propias del muro –trabajando principalmente en Londres, aunque a día de hoy presente en muchísimas ciudades, desde París, Nueva York, Nueva Orleans, Toronto hasta Gaza o Timbuktu–, sino también algunas de sus más sonadas “fechorías”, como introducir sus pinturas en algunos de los más emblemáticos museos, como el Louvre o el British Museum, o colocar un muñeco vestido como un preso de Guantánamo y revolucionar todo Disneyland. Aún no había creado su famoso Dismaland.

 

Fotograma de Exit Through the Gift Shop

Fotograma de “Exit Through the Gift Shop”

 

Graffiti de Banksy

Graffiti de Banksy

 

Obra de Banksy

Obra de Banksy

Guetta tenía de todo en esas cintas, había conseguido compilar una auténtica muestra del trabajo artístico desarrollado en numerosas ciudades; sin embargo, el gran y esperado proyecto documental del chiflado bigotudo se materializó en una esquizofrénica obra, Life remote control. Ese documental llegaría en el momento más necesario, cuando el arte callejero había pasado a convertirse en espectáculo, en objeto vendible y musealizable, cuando también empezaba a hablar el idioma especulativo del mercado. Era el documental que podría arrojar algo de luz y verdad, pero resultó ser un sinsentido infumable. Como bien explica Banksy ante el éxito de su exposición en Los Ángeles, todo se volvió una locura, todo parecía tratarse de dinero cuando nunca se había tratado de dinero. Es entonces cuando decide encargarse él mismo de montar el documental mientras propone y anima a Guetta a que “haga un poco de arte” y así quitárselo de encima. Como asegura en los créditos finales, nunca más lo hará. El monstruo o gigante que es capaz de construir Guetta no deja indiferente a nadie. Mr. Brainwash, de la noche a la mañana, se convierte en la nueva estrella, cuya obra, realizada y organizada por otros, llega a elevarse a las seis cifras. Todo se reduce, en realidad, a un excelente marketing.

La historia del fanático de Guetta resulta ser tan asombrosa e impactante que en lugar de hacer un documental sobre el arte callejero, Banksy decide hacer uno sobre el propio Mr. Brainwash, y supuestamente el resultado sería lo que vemos –cuyo montaje, por cierto, espero que sea tan malo también de forma intencionada–. No me importa tanto la veracidad que tiene o no, prefiero la verdad que creo que en ella se cuenta, la mordaz aproximación al mercado del arte y la domesticación cotizada del arte callejero, llegando a ser extraordinariamente absurda, sin alma y perdiendo todo significado. Y nos recuerda las clásicas preguntas. ¿Qué es arte? ¿A qué llamamos arte? ¿Arte es lo que dice el ser humano que es arte? O, ¿qué dice el dinero que es arte? ¿existe realmente el arte subversivo, fuera de la lógica capitalista y sin beneficios económicos?

Esperemos, al menos, que Banksy, uno de los artistas políticos más comprometidos, siga invadiendo muros y ciudades; que continúe denunciando y apropiándose del paisaje urbano rompiendo el tedio de la cotidianidad, pues gracias a la enorme fama que tiene hoy podrá dañar a los constantes mensajes persuasorios, sin ofrecer nada más que el libre uso de las imágenes de sus obras.

 

Graffiti de Banksy en la Embajada Francesa

Graffiti de Banksy en la Embajada Francesa

 

Graffiti de Banksy

Graffiti de Banksy

 

Sara Zambrana

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