Kenton Nelson

Bye Bye Summertime!

“El final del verano llegó, y tú partirás”, dice la canción. El famoso Dúo Dinámico hacía referencia con esa estrofa a la inevitable y amarga despedida del amor pasajero vivido en época estival, aunque puede perfectamente funcionar cual canto simbólico a las emociones despertadas en el ser humano durante el transcurso del trimestre más caluroso del año. Entre todos estos prevalece la nostalgia, sentimiento que aflora en el individuo en los momentos más bajos de moral infundidos por el cumplimiento de la religiosa rutina, haciendo rememorar con melancolía aquellos instantes vacacionales invertidos en la más profunda gloria banal, esto es, el relax, la despreocupación, el descanso y, lo más importante, la no contemplación inquisitoria de las malditas agujas del reloj.

En una sociedad presionada por el estrés de un ritmo caótico, no es de extrañar que tales intervalos soleados de pausa física y mental se conviertan en una temática abordada por el artista contemporáneo, quien es capaz de tocar la fibra sensible del espectador a partir de la creación de escenas refrescantes cuyo trasfondo se instala en la añoranza.

Tracey Sylvester Harris, Diving board tea for two (serie Lost Holiday), 40" x 50"

Tracey Sylvester Harris, Diving board tea for two (serie Lost Holiday), 40″ x 50″

Ciertos autores recurren a la estética vintage con el objetivo de afianzar esa idea de que “cualquier tiempo pasado fue mejor”, haciendo alusión a una etapa en la historia de los Estados Unidos donde la bonanza económica replegó las alas de una clase media antes casi inexistente. Mientras Europa respiraba el polvo de las cenizas, y otras potencias externas como Japón habían quedado mermadas a causa de la Segunda Guerra Mundial, Norteamérica tuvo la oportunidad de despuntar en lo que se refiere a la brava competencia entre naciones, convirtiéndose de nuevo en la tierra de los sueños y las oportunidades. Los años 50 estadounidenses quedaron en la memoria colectiva como un espejismo del éxito personal y laboral, pues sus coetáneos lograron el excedente necesario para adquirir cómodos hogares en las afueras de las grandes ciudades, y cómo no, estaciones libres para disfrutar de estos.

Kenton Nelson, Swin party II

Kenton Nelson, Swin party II

Por aquel entonces, la costa oeste de dicho país se minó de urbanizaciones compuestas de pequeñas parcelas delimitadas con una ya icónica valla de madera pintada de blanco, en las que entran en juego tres elementos; una casa unifamiliar, un jardín perfectamente mantenido y una piscina en la parte trasera de la construcción. El perenne clima suave de esta área del Pacífico hizo que la existencia placentera asentara sus raíces, siendo testigo de ello la fotografía y la grabación de imágenes. Hoy se revive con la reinterpretación de ese estilo de vida a través del arte siguiendo la estela del gran David Hockney (Bradford, 1937), quien sabiamente cambió la residencia desde su Gran Bretaña natal allá por la década de los 60.

David Hockney, A Bigger Splash, 1967. Acrílico sobre lienzo, 96" x 96"

David Hockney, A Bigger Splash, 1967. Acrílico sobre lienzo, 96″ x 96″

Hockney se enamoró del eterno verano y el discurrir de aquellas latitudes, haciendo de las cloruras aguas una temática troncal en su carrera durante algún tiempo. Nadie como él asimiló y representó la delicia de la zambullida cotidiana, llegando a vincular tal deleite con el morbo sexual bajo la apariencia del arte popular, no solo mediante la pintura, ya que experimentó con otras técnicas que supondrán un sello distintivo dentro de su producción.

David Hockney, Sun On The Pool, Los Angeles April 13th 1982. Fotocollage (composición de polaroids), 34" x 36"

David Hockney, Sun On The Pool, Los Angeles April 13th 1982. Fotocollage (composición de polaroids), 34″ x 36″

Sin saberlo, el británico hizo las veces de lo que actualmente denominamos un turista fiel, ese que retorna en repetidas ocasiones y gasta su dinero en la localidad visitante a cambio de la compañía de Lorenzo. Pese a que ya existan otras tipologías, como el cultural o el de interior, el turismo de costa sigue siendo el que porta la antorcha de recompensa al trabajador. El bikini, el olor a protector solar, la toalla en la hamaca y la sombrilla clavada en la arena, son iconos de una industria surgida en el siglo XX que todavía causa furor entre la población, haciendo de los litorales el punto de encuentro de una masa ansiosa por modificar la pigmentación de sus pieles como divisa de un merecido respiro.

Carlos Pérez Siquier, fotografía perteneciente a su serie "La playa", costa de Almería, década de los 70

Carlos Pérez Siquier, fotografía perteneciente a su serie “La playa”, costa de Almería, década de los 70

Aún quedan algunas jornadas de sol, trampolines, balnearios o clubs exclusivos hasta que la depresión post vacacional haga acto de presencia. Para esos momentos de fatiga y ansiedad venideros, es importante recordar el silencio ocasionado por el sumergimiento de los oídos en las moléculas de hidrógeno y oxígeno que componen el líquido sustancial, solo alterado el mutis con el ruido de las burbujas de aire espirado que se precipitan a la superficie. Su compás ascendente y vertiginoso es la cadencia de una composición musical que llama a la reflexión, traduciéndose en los sentidos cual himno del esperado purgante inherente al estío.

“Eva María se fue, buscando el sol en la playa”.

Eric Zener, Tumbling through the light, 38" x 48"

Eric Zener, Tumbling through the light, 38″ x 48″

 

David Febo
Últimas entradas de David Febo (ver todo)

0 comentarios

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.