Corea del Norte: el tamaño sí importa

Solo en contadas ocasiones, la República Popular Democrática de Corea sube el telón del hermetismo para que el mundo admire su potencial. La estrategia consiste en demostrar que la filosofía Juche implantada por Kim Il-sung sigue triunfando entre los seguidores del partido, produciendo imágenes que la prensa internacional difunde como si de postales del pasado se trataran, aunque realmente su origen se encuentra en la más rigurosa actualidad. El hoy dirigente del gobierno, Kim Jong-un, fue nombrado este mes de mayo Presidente del Partido de los Trabajadores durante su séptimo congreso, el cual no se reunía en cónclave desde 1980. Como colofón de tal magno evento, miles de ciudadanos civiles y militares se dieron una programada y más que ensayada cita en la capital, Pyongyang, para juntos celebrar el último gran desfile con el que evidenciar el principio básico de la ideología norcoreana: el poder de la masa.

 

Detalle de los participantes en el desfile de clausura del VII Congreso del Partido de los Trabajadores, mayo 2016, Pyongyang, Corea del Norte. Foto El País


Detalle de los participantes en el desfile de clausura del VII Congreso del Partido de los Trabajadores, Plaza Kim Il-sung, Pyongyang (Corea del Norte), mayo 2016. Foto El País

 

Que las mujeres participantes realizaran aspavientos en honor a su líder con flores de plástico no es relevante, pues el detalle aquí carece de importancia, siendo la visión en conjunto de un pueblo fervoroso lo que prevalece. La precisión de los movimientos, la disciplina y el profundo respeto y gratitud que siente el individuo educado bajo el Juche al formar parte de la multitudinaria fiesta, posibilitan la fabricación de un engranaje perfecto con el que la maquinaria propagandística cause el efecto deseado, haciéndonos creer que “un pueblo unido jamás será vencido”.

Pese a que su puesta en marcha se atribuya a Kim Il-sung a partir de distintas publicaciones, el Juche no tiene nada de genuino, ya que no es más que una adaptación del leninismo a los intereses de la nación norcoreana. Esta influencia recibida del país marxista por antonomasia no es casual pues, como ocurrió con el Berlín oriental, el área norte de la península de Corea quedó en manos de la URSS una vez terminada la Segunda Guerra Mundial, por lo que Stalin procuró un desarrollo a su medida en dicha región, liberada ya de la invasión japonesa.

Como sucedería con el nacionalsocialismo alemán también en la década de los 30, para los soviéticos (y por ende, a los norcoreanos) el arte fue una herramienta extraordinaria con la que proyectar el mensaje; el de considerar al proletariado como el único ser supremo capaz de lograr el éxito de la revolución. El trabajador es el encargado de hacer prosperar a la patria con su fuerza y dedicación, eso sí, bajo el mandato de un cabecilla que hace las veces de orientador espiritual.

Este adalid se vale de los constantes discursos, bien sean a través de la radio, la televisión o los mítines cara a cara, con los que expandir y hacer fijar la posición política e ideológica que la masa debe apadrinar. Para que la postura a adoptar por el fiel cale de manera profunda, el mensaje debe ser claro, conciso y de fácil comprensión. Este se filtrará no solo a partir del arte de la oratoria, pues los sistemas autoritarios igualmente se sirvieron, y se sirven, de la ilustración (propaganda), la pintura, la arquitectura y la escultura. Si los nazis aplastaron al expresionismo cual producto elaborado por enfermos mentales, los soviéticos terminaron por derrocar al cubofuturismo y el constructivismo como formas artísticas oficiales del estado, implantando el realismo socialista una vez finalizado el primer plan quinquenal.

 

La propaganda como elemento participante del desfile norcoreano. Clausura VII Congreso del Partido de los Trabajadores, mayo 2016. Pyongyang, Corea del Norte. Foto El País

La propaganda como elemento participante del desfile norcoreano. Clausura VII Congreso del Partido de los Trabajadores, Plaza Kim Il-sung, Pyongyang, (Corea del Norte), mayo 2016. Foto El País

 

Propaganda soviética durante el mandato de Stalin. "¡Amado Stalin, la felicidad del pueblo!". Realismo socialista

Propaganda soviética durante el mandato de Stalin. ¡Amado Stalin, la felicidad del pueblo!. Realismo socialista

 

El realismo socialista se nutre del clasicismo. Sus líneas puras plagian a la perfección la figura física a estampar, evitando una obligada reflexión del espectador para intentar comprender lo que está contemplando. Si encima estas se reproducen a una escala monumental, el enemigo, o sea, el extranjero, quedará amedrentado a partir de la intimidación.

Esta monumentalidad se aplica a cualquier disciplina, no solo a los edificios gubernamentales y los retratos públicos del líder, pues el urbanismo de las ciudades representativas queda asimismo afectado. Las kilométricas plazas absolutamente desangeladas son esenciales para la congregación del pueblo. En ellas se debe acoger al mayor número de habitantes posibles, para que el furor colectivo se extienda con avidez y el desfile o manifestación sea un canto a la victoria.

 

Colosales esculturas del linaje presidencial exhibidas durante el desfile del VII Congreso del Partido de los Trabajadores, Plaza Kim Il-sung, Pyongyang, Corea del Norte, mayo 2016. Foto El País

Colosales esculturas del linaje presidencial exhibidas durante el desfile del VII Congreso del Partido de los Trabajadores, Plaza Kim Il-sung, Pyongyang, Corea del Norte, mayo 2016. Foto El País

 

Boris Iofán, Palacio de los Sóviets, década de 1930. Escultura de Lenin como cierre del edificio. (Proyecto no llevado a cabo)

Boris Iofán, Palacio de los Sóviets, década de 1930. Escultura de Lenin como cierre del edificio. (Proyecto no llevado a cabo)

 

En esto de las marchas multitudinarias los norcoreanos son unos especialistas, igual que lo fue Hitler durante el nazismo, quien recurrió a su gusto por la escenificación teatral para organizar las frecuentes y ostentosas cabalgatas llevadas a cabo bajo su mandato, tanto de día como de noche. El nacionalsocialismo germano asumió el fuego como un elemento purificador que separa las luces de las tinieblas, y así sintieron aquella predilección por la efigie de Prometeo. Con antorchas se alumbraron los mítines nocturnos, los más productivos, ya que el individuo absorbe con mayor fluidez lo que los sentidos le proporcionan a causa del letargo mental previo al sueño.

 

Antorchas en el desfile nocturno del VII Congreso del Partido de los Trabajadores, Plaza Kim Il-sung, Pyongyang (Corea del Norte), mayo 2016

Antorchas en el desfile nocturno del VII Congreso del Partido de los Trabajadores, Plaza Kim Il-sung, Pyongyang (Corea del Norte), mayo 2016

 

Con este VII Congreso del Partido de los Trabajadores, Corea del Norte pone fin ante la mirada de los medios de comunicación externos a la crisis de abastecimiento de alimentos que estalló en los años 90, problema supuestamente solucionado gracias a la unión de la política con la producción de energía nuclear, además de asegurar que se encuentran preparados para su propia defensa en caso de ser atacados por los imperialistas y el seductor capitalismo.

Puede que el territorio comandado por Kim Jong-un se muestre ante el resto del planeta de un modo peculiar, para algunos desfasado, sobre todo si lo comparamos con los métodos utilizados por regímenes dictatoriales del siglo XX, pero no podemos negar la belleza que genera desde la distancia un baile acompasado, milimetrado y protagonizado por una masa entregada que se agita al unísono. Otros, viendo la paja en el ojo ajeno, acusan a Corea del Norte de acomplejados, pues sienten una excesiva preocupación por el tamaño. ¿Por qué construyeron los norteamericanos, entonces, el rascacielos más alto de occidente justo en el socavón que dejó el World Trade Center tras los atentados del 11S?

David Febo
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