Rineke Dijkstra

Fotografiando el cambio, Rineke Dijkstra

La vida es un cambio constante de circunstancias, a mejor o a peor ya dependerá de cada uno. Me encuentro en pleno cierre de etapa, y lo estoy sintiendo en cada parte de mi cuerpo. En mi caso, el inicio de una liberación. Y me muero de ganas de inmortalizarlo.

La fotógrafa que os traigo ésta semana también experimentó cambios, y no dudó en retratarlos; lo curioso es que, a parte de los suyos, registró los de otras personas. Dejadme que os presente a la internacionalmente reconocida, y que ya deberíais conocer… ¡Rineke Dijkstra! (también a la que nos pone banda sonora esta semana: Lucy Rose)

Nacida en los Países Bajos, y actualmente trabajando en Ámsterdam, empezó estudiando para ser profesora de arte, hasta que, a sus 19 años, una cámara cayó en sus manos. Sus inicios en la fotografía fueron trabajos comerciales y fotografías corporativas.

Fue en el año 1991 cuando su trayectoria despegó. Después de un accidente de bici, decidió apuntarse a clases de piscina a modo de terapia y allí surgió la magia. Ella frente a la cámara, resultando su primer autorretrato el que tenéis de portada. Éste despertar artístico la llevó a realizar su serie Beach Portraits, jóvenes fotografiados frente al mar. Desde las costas de Estados Unidos y Gran Bretaña, hasta Polonia y Croacia. Dicho proyecto la llevó a encabezar su primera exposición el año 1997, ni más ni menos que en el MoMA de Nueva York. A partir de este punto sólo hizo que subir escalones y escalones. La fundación de Anna Frank incluso le encomendó un trabajo.

 

Brach Portraits, Rineke Dijkstra

Beach Portraits, Rineke Dijkstra

 

Como podemos ver en sus proyectos (Tiergarten es otro más que añadir a la lista), son retratos individuales, mostrando al sujeto mirando directamente a la cámara, destacando el poder de la mirada que tan bien le resultó a Alessio Albi. Una composición centrada en el punto de interés.

En cuanto a iluminación, predomina el uso de la luz natural de la escena, pero en algunos casos utiliza el flash para realzar al retratado. Nos confiesa en una entrevista que en sus inicios trabajaba con sets de iluminación muy complicados. Pensaba que contra más fuentes de luz, mejor era la fotografía. Por el contrario, ahora, cuanto menos, mejor.

¿Su cámara? Una japonesa de 4×5 pulgadas, con negativos del tamaño de una postal. Una nitidez y contraste exquisitos. En palabras de la artista: “Consigues una imagen más real que la propia realidad”.

 

Tiergarten, Rineke Dijkstra

Tiergarten, Rineke Dijkstra

 

Pero vayamos a lo que nos interesa: el cambio. Dijkstra se centra en personas que se encuentran en periodos de transición de su vida, como los jóvenes que ya hemos visto o mujeres que acaban de dar a luz en su proyecto Mothers. Pero lo llevó mucho más lejos, hasta el punto de seguir a un chico francés en su alistamiento a la legión. Olivier, se llama. Lo retrató durante sus años de servicio, mostrando la evolución tanto psíquica como física. Rineke cuenta que, cada vez que veía al chico, la verdad era que no notaba ningún cambió en él, pero todo y así tomaba la fotografía. Y era al tomarla cuando lo apreciaba, en sus expresiones, en su mirada.

Y así es como descubrimos el propósito de esta fotógrafa: mostrar cosas que normalmente no veríamos, pero siempre dejando camino a la interpretación. Es por ello que nunca muestra nada sobre el contexto de la persona retratada, no nos da pistas ni detalles, nos deja a nosotros imaginar la historia que hay detrás. “Si pruebas a forzar algo, siempre existe el peligro de que la imagen pase a tener una sola dimensión”.

 

Olivier, Rineke Dijkstra

Olivier, Rineke Dijkstra

 

Rineke, con claras influencias de Vermeer y Diane Arbus (a su manera, claro), también tiene un proceso curioso para la publicación de los proyectos: tomar la imagen, escanearla y determinar que no sirve porque no es lo suficientemente buena. Tres años más tarde encontrarla y pensar que es una buena fotografía. Tampoco hay prisa, ¿no?

Cuando os miréis al espejo recordad que nunca seréis tan jóvenes como lo sois ahora, pero cada arruga es signo de haber vivido, de haber cambiado. Y tenemos la suerte de poder hacerlo siempre que nos venga en gana, ¡que nunca es tarde!

 

Tamara Álvarez López
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