Hay un mar que es más alto que el cielo
El cielo es, en contraposición al suelo, aquel lugar donde sucede lo misterioso y lo infinito, y nosotros, desde nuestro reino mundano, podemos observarlo, pero difícilmente podremos aprehenderlo alguna vez. Hay una pulsión atávica y enigmática en la contemplación del firmamento, y, cuando por fin nos vemos abrazando la revelación, su configuración cambia de nuevo y nos vuelve a dejar solos, con la sensación de haber rozado un instante precioso, íntimo y arcano.
Esta dualidad está presente en el trabajo de Mikha-ez y Cayetano Limorte, que toma su título del poeta Carlos Oroza. La poética de la contemplación celeste se plasma mediante una serie fotográfica realizada por Mikha-ez y se articula en torno a nueve instantáneas tomadas, desde las mismas coordenadas geográficas y en la misma fecha, desde la salida a la puesta del Sol. Se le suma aquí a la poética del haiku, ese breve arte oriental que, en palabras de Cayetano, “es la poesía del instante, de la contemplación, del silencio, ligada a la percepción sensible de la naturaleza. Es, por tanto, una forma de escritura estrechamente ligada a la imagen, al contraste de imágenes, a esa sutil fractura que se produce entre lo que vemos y lo que sentimos. Decidí tomar todas estas ideas como punto de partida para desarrollar esta serie de textos que iban a ir ligados a esas visiones del cielo de Mikha-ez, pensando que finalmente esa esencia propia del haiku no podía estar en mis haikus, sino que sólo podría darse como tal entre el vacío que separa, y une, sus imágenes y las mías” y que se materializan en una placa de aluminio dorada, donde se pueden encontrar las palabras grabadas con láser. Así como la luz va reconfigurando la faz celeste con el avance del día, la luz proveniente del láser es la encargada de dejar constancia de ese lapso revelador e interior en el que hemos trascendido hacia lo infinito.
Hay un mar que es más alto que el cielo refuerza esta vinculación entre cielo y suelo recuperando los postulados del arte relacional e invitando al espectador a participar de la transformación de la obra. Así como el cielo se nos muestra cambiante a lo largo del día, la obra refleja esa esencia mutable a través de un bloque de 1.710 hojas de papel que reproducen las fotografías, de modo que el espectador es el encargado de activar la obra artística.
La muestra puede visitarse en la Galería Espacio_E de León hasta el próximo 20 de marzo, y será mostrada también en Salamanca, Gijón, Alicante y Madrid.
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