Ladrones de arte urbano

Hace unos días la red se llenaba de imágenes de dos hombres robando unos mosaicos de Invader en París a plena luz del día. El acto habría pasado desapercibido si no fuera porque esta vez había fotos para documentarlo. El robo de piezas de arte de Invader es bastante común, hasta el punto de que el artista francés está teniendo que desarrollar técnicas para tratar de evitarlo. Entre otras, en sus últimas piezas utiliza adhesivos más fuertes para impedir que sean arrancadas e incluso llega a usar teselas más frágiles, de forma que se rompan si son despegadas.

El método elegido por los ladrones para no llamar la atención no fue otro que el de hacerse pasar por operarios del ayuntamiento. Por suerte, el artista es muy valorado en la capital francesa, y muchos viandantes empezaron no solo a documentar el acto sino a protestar sobre él. Es por ello que el ayuntamiento ha tenido que llegar a desmentir que tuviera algo que ver, debido a las críticas.

 

Robo mosaico Invader París

Ladrones robando un mosaico de Invader. Foto tomada por Pierre Ropert

 

Esto podría haber quedado en una anécdota si no fuera por el incesante aumento de robos de obras de arte urbano en los últimos años. El propio Invader destacaba que, a pesar de sus técnicas antirrobo, los ladrones se estaban profesionalizando y sólo se centraban en piezas antiguas.

Otro caso aún más sonado fue el del estadounidense Ryan McGinness. El artista desarrolló su serie “Signs” en 2014, una interesante obra compuesta por piezas que emulaban señales de tráfico. En colaboración con el Departamento de Tráfico de Nueva York, cincuenta de ellas fueron producidas y repartidas por Manhattan, como si de verdaderas señales de tráfico se trataran. Sin embargo, muchas de ellas no llegaron a ver la luz y fueron robadas incluso antes de ser expuestas. Otras muchas lo fueron una vez colocadas en la calle. Esto obligó al Departamento de Tráfico a volver a producirlas. Por desgracia, poco más se sabe de este suceso, que ha quedado como otro robo de arte sin resolver.

 

Pieza serie Signs Ryan McGinness

Una de las piezas de la serie “Signs”, de Ryan McGinness

 

Algo similar le ocurrió hace unos años a Bambi, también conocida como la “Banksy femenina”. En esta ocasión, cinco de sus murales expuestos en una galería al aire libre de Londres fueron robados durante la noche, antes de que pudieran ser subastados en una gala benéfica.

En todos estos casos, el objetivo es claro: la venta de arte urbano está bastante cotizada en el mercado negro y mueve grandes cantidades de dinero, especialmente cuando el artista es reconocido a nivel mundial. Esto ha obligado a los delincuentes a ser creativos a la hora de extraer las obras, desde el cada vez más extendido método de hacerse pasar por operarios hasta arrancar trozos enteros de pared para vender un mural.

Sin embargo, en otras ocasiones el robo es realizado por nada menos que otro artista. Y hasta documentado. Este fue el sonado caso de la obra “The Drinker” de Banksy, que fue sustraída de la plaza donde se encontraba por el artista AK47 y su grupo de autodenominados activistas artístico-políticos, llamado Art Kieda. Todo se remonta al año 2004, cuando el polémico artista, tras adquirir una reproducción de Banksy, trató de conseguir que éste se la firmara a través de unos amigos en común. Ante la negativa de éste, AK47 decidió tomarse su particular venganza robando la mencionada obra. No sería hasta diez años después cuando él y su grupo la devolverían a su localización original, no sin haber realizado algunas modificaciones en ella. La obra pasó a llamarse “The Stinker” y, en honor a su nuevo nombre, apareció con un retrete y con el característico cono de tráfico que el grupo añade a todas sus intervenciones. Toda la historia está recogida en el documental The Banksy Job.

 

The Stinker Art Kieda AK47 Banksy

“The Stinker”, la intervención urbana de Art Kieda a la obra de Banksy

 

Venganzas artísticas aparte, es cierto que las obras de arte urbano están más expuestas que el resto. Esto, unido a la habitual falta de vigilancia, las convierte en un blanco relativamente fácil para los ladrones. Por otro lado, la creciente demanda de este tipo de arte explicaría el resto. Parece que es difícil encontrar soluciones a corto plazo para este problema. Por el momento, quizás las técnicas antirrobo de Invader no son tan mala idea.

Clara Guzmán
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