Musarañas: terror y comedia con firma española
Así pues, la casa funciona como cárcel, tanto para Montse como para su hermana (cuyo nombre no llegamos a saber en ningún momento de la película) que vive atada inevitablemente a ella. Al no compartir con Montse esa devoción católica que tanto le caracteriza, la relación entre las dos mujeres es tensa y conflictiva, ya que la primogénita la maltrata cada vez que sale y queda con alguien.
Todo cambia cuando un día, Carlos (Hugo Silva), el vecino de arriba se cae de las escaleras y pide ayuda a Montse, que se las apaña para meterlo en su hogar e intentar curarle la pierna rota. Lo que parece una buena acción se convierte en un secuestro en toda regla, y es aquí donde empieza la pesadilla de Carlos y de la pequeña de la casa, asustada por el frívolo comportamiento de su hermana mayor.
Musarañas es una película de terror con potentísimas imágenes sangrientas y delirantes que nos conducen hasta su desenlace, pero funciona también como un drama familiar, o una comedia negra. Ese estilo tan característico que desprendía Álex de la Iglesia al principio de su carrera se ve reflejado en cierto modo entre los fotogramas de esta producción española que se estrenaba justo el día de navidad, una fecha elegida con mucho sarcasmo ya que la película se aprovecha inteligentemente de la religión para sacar la carcajada a los espectadores menos creyentes. Y es que el personaje de Montse, tan severo y religioso, contrasta con el carácter afable y ateo de su hermana pequeña, formando continuamente un eterno tira y afloja que se estira hasta el final del metraje.
Esta dicotomía entre sus personajes principales la lidera Macarena Gómez con una impresionante interpretación de una mujer que ha perdido su identidad y su juicio a causa de una juventud traumática. Sin duda, reflejo de ese contexto histórico que se veía separado por una línea que dividía la modernidad y la dimensión más tradicional.
Así pues, a través de estos dos personajes se nos muestran dos mundos muy diferentes, el de Montse con su enfermedad que le impide salir de casa y que se ve obligada a ver el mundo a través de un cristal, que representa esa España atada a la tradición y la religión, mientras que su hermana, que sí tiene acceso al exterior y se aleja de las creencias de Montse, se ve arrollada por ella a un abismo de oscuridad.
La fotografía ayuda a crear un ambiente opresivo que refleja el carácter de Montse hacia los que le rodean. Además, sus directores, Juanfer Andrés y Esteban Roel, nominados a mejor dirección novel en la próxima edición de los premios Goya, construyen una narración, que a pesar de sus sobresaltos y excesos no pierde el norte en ningún momento, desembocando en un final edípico y tajante.
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