OKgrl: high-tech y nostalgia pop

Hace unos días, en uno de esos paseos virtuales que damos por nuestro muro de Facebook cuando deberíamos estar haciendo algo de mayor provecho, captó mi atención una entrevista realizada al filósofo Gilles Lipovetsky con motivo de su última publicación, La estetización del mundo (Anagrama, 2015). Para aquellos que no estén familiarizados con él, uno de los padres de la postmodernidad (“hipermodernidad” prefiere él llamarla ahora), basta con decir que es uno de los pensadores que más lúcidamente ha revelado la naturaleza de nuestra sociedad consumista, efímera y vacía. En dicha entrevista, Lipovetsky argumentaba que las fronteras entre el arte puro y el comercio se han disuelto, un hecho que ha permitido que “la belleza y la creatividad estén en el mundo cotidiano y del comercio” gracias al desarrollo de la industria “que hace posible la moda, el diseño, la tecnología, etcétera”. El arte (o la estética, o la belleza, o como queráis llamarlo) está dentro pero, sobre todo, fuera de los museos.

Como el propio filósofo reconoce, ya las vanguardias históricas se habían propuesto unir arte y vida así como volver bello lo que a priori es solo útil. Echad un vistazo a vuestro alrededor. Estamos rodeados de muebles, menaje de hogar, aparatos electrónicos, ropa y accesorios “bellos”, con un cuidado diseño que complementa (y, en ocasiones, sobrepasa) su utilidad. Los artistas en la actualidad son perfectamente conscientes de este fenómeno y las fronteras del objeto artístico se han difuminado (¡todavía!) más. En este contexto, ¿podríamos considerar a una revista online como una obra de arte?

 

Kero Kero Bonito's. Diseña tu propia caja de cereales kawaii, por DVTK

Kero Kero Bonito’s. Diseña tu propia caja de cereales kawaii, por DVTK

 

Analicemos los hechos. Acaba de ser lanzada al ciberverso OKgirl, la revista adolescente soñada por la generación digital. Sus principales características: contenido sobre moda en una plataforma que se centra en la interactividad, la música y la gamificación para “ponerse a la altura de los niveles de entretenimiento que las generaciones más jóvenes obtienen de aplicaciones como Instagram, Snapchat o Tumblr”. El resultado: una explosión fucsia de todo lo cute e hiperfemenino que se puede esperar de una exageración casi paródica de la estética girly de los noventa. Se supone dirigida a un público actual, pero el guiño a los que actualmente entran en su segunda década de vida está claro. Resulta una mezcla de nostalgia e ironía que los críticos más culturetas se empeñan en calificar de post-ironía, aunque no sea una actitud precisamente nueva.

 

OK-EYES. Fotografía por Charlotte Rutherford, dirección artística de DVTK

OK-EYES. Fotografía por Charlotte Rutherford, dirección artística de DVTK

 

Si echamos un vistazo a los artífices y participantes de esta primera edición de OKgrl, el asunto se complica aún más. La mente maestra detrás del proyecto es Louby Mcloughlin, estilista y directora creativa freelance que colabora con publicaciones como i-D Magazine, Wonderlan, SHOWstudio, Garage y Nylon. Entre sus clientes se encuentran músicos internacionales como Charli XCX, LIZ y personajes pop underground como QT y SOPHIE. Después de dos años desarrollando el concepto de OKgrl, ha contado con la colaboración del equipo de ex directores digitales de Kenzo, DVTK. Las dos cover girls, LIZ y Hannah Diamond, son conocidas por formar parte del círculo de PC Music, sello londinense de música electrónica-pop conocido por su visión hiper-tecnológica y nostálgica del mundo. Completan este panorama otras “celebridades” digitales de internet como la ya mencionada QT (también relacionada con PC Music), Kero Kero Bonito, Bip Ling, la artista digital española Claudia Maté y la cineasta y fotógrafa Charlotte Rutherford.

 

 

Desde hace unos tres años, el panorama audiovisual, en general el más independiente, se ha visto atravesado por una corriente estética que algunos han definido como “retro-futurista” por su empeño en hermanar la primera cultura digital y pop de los noventa con nuestro actual paisaje Tumblr. No podemos olvidar que es ahora cuando todos esos niños que crecieron escuchando a Britney Spears, viendo Club Disney y hablando por MSN Messenger han alcanzado la vida adulta (algunos más que otros, claro) y empiezan a embarcarse en aventuras creativas en las que vuelcan el inconsciente colectivo de su infancia y adolescencia. Reflexionan sobre el presente a través de su pasado, con distancia irónica pero ingenua añoranza. En España contamos con los casos de SlurpTV o Stanley Sunday, así como el más veterano Luis Cerveró, que han trabajado en videoclips para artistas como Fangoria o Javiera Mena.

¿Qué es, entonces, OKgrl? Cada vez la pregunta es más difícil de contestar. Este tipo de proyectos pertenecen a una constelación más grande de creadores que trabajan en ámbitos alejados o, al menos, periféricos a la institución del arte, como es la música y la publicidad. ¿Por qué no podemos considerarlos arte? Quizás ahora, como describía Gilles Lipovetsky, sea en esas industrias propias del capitalismo tardío donde se encuentran las propuestas estéticas verdaderamente relevantes.

 

Diego Fraile

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