Amos Chapple y cómo congelar paisajes
El otro día, paseando por la calle, me encontré con dos hermanos pequeños discutiendo sobre si actualmente se podía ir o no al Polo Norte sin ser científico. Al final decidieron que, siéndolo o no, ahí se tenía que ir con mucho dinero. Y con sorpresa pude ver en los ojos de uno que había encontrado su sueño a cumplir en esta vida. Quizás el artista que os traigo hoy habló cuando era pequeño de lo mismo con su madre y pensó también que era imposible. Y puede que el Polo Norte quede muy lejos, pero el pueblo más frío del mundo no tanto. Haremos escala en algunas ciudades de más, pero, de momento, coged abrigo y poned música.
El piloto de esta aventura es el fotógrafo neozelandés que tiene por nombre Amos Chapple. Lo que pilota no se parece mucho a un avión, sino más bien a un dron que, junto a su equipo fotográfico, han llevado a recorrer 67 países en el proyecto Air.
Pero esperad que su historia es un poco más curiosa que eso. Tal y como nos cuenta en esta entrevista, empezó como fotógrafo editorial en un diario nacional, pasando a capturar los lugares declarados como Patrimonio Mundial por la UNESCO. Y como no le gusta que le pongan las cosas fáciles, se embarco en la aventura de ser freelance mientras impartía clases de inglés en Rusia.
El porqué de la fotografía aérea fue tan sencillo como la decisión de ver las cosas desde arriba. Lo que no fue sencillo, por ejemplo, fue fotografiar el Kremlin desde el aire puesto que no contaba con los permisos necesarios. Pero, como si de una película se tratara, Chapple lo consiguió.
“Si no vas probablemente no conseguirás la foto, pero si no vas definitivamente no vas a conseguirla.”
Sus imágenes en localizaciones estratégicas, las cuales reconoceréis, son cuidadas y mimadas en cuanto a luz y composición. ¿Pan comido? ¡Ni mucho menos! A menudo, cada vez que quiere realizar una sesión tiene que hacer 4 o 5 tests previos para tenerlo todo bajo control y a su gusto. Entonces, hay un momento en el que todo encaja, todo fluye, y es ahí cuando sabe que volverá a casa dando las gracias por haberlo podido capturar.
Y ahora sí, viajamos al corazón de Siberia, a los pueblecitos de Oymyakon y Yakutsk, los lugares habitados más fríos de la Tierra con temperaturas medias que rondan los -40 ºC. Después de dos días de viaje para llegar hasta allí, se encontró con que él no era el que sufría más frío, sino su cámara, ya que en ocasiones su anillo de enfoque se llegaba a congelar.
¿Por qué allí? En palabras del fotógrafo, “necesitaba un titular para una historia en el periódico” y “el lugar más frío de la Tierra era bastante irresistible”.
Si alguna vez echáis de menos el frío sólo tenéis que pasearos por su galería para notar escalofríos, sentir la nieve bajo vuestros pies y la piel de gallina por pensar lo que debe ser vivir allí día tras día.
Chapple consigue congelar para nosotros instantes como los de los grupos étnicos que residen allí, la única carretera conocida como “The Road of Bones”, lavabos que sólo pueden estar en el exterior porque no hay apenas agua corriente y coches que tienen que estar funcionando toda la noche para que no se congelen.
Por último, el artista da un consejo a los fotógrafos principiantes y no tan principiantes: “céntrate en lo que te hace especial como persona y utilízalo tanto como puedas en tu fotografía, esto es lo te que hará diferente como fotógrafo”.
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