‘Blitz shows’, el arte contemporáneo en la Ciudad de México
La Ciudad de México rápidamente se ha posicionado como un punto de referencia cuando se habla de arte contemporáneo, comprendiendo en este término las iniciativas de artistas emergentes y consolidados. Para el propósito de este artículo, considero pertinente escribir sobre la dinámica emergente, pues a diferencia de los artistas y espacios mexicanos (Kurimanzutto, La Quiñonera, Gabriel Orozco, Minerva Cuevas o Abraham Cruz- Villegas, por mencionar algunos), cuya actividad en los años 90 gozó de un gran auge y que hoy en día, en relación a otros tantos problemas del arte y la política cultural, son tema de estudio para la historia y la teoría del arte —siendo ya en cierta medida conocido su relato—, el panorama actual de la producción artística es distinto, más complejo y todo un problema a considerar.
Más allá del muy relativo bajo costo que implica vivir en esta ciudad, ¿a qué se debe que esta escena artística, como lo describe el New York Times, crezca con fuerza en la Ciudad de México? Sin buscar una respuesta tendenciosa ni tajante a esta pregunta, vale la pena hablar de algunas condiciones internas (a los circuitos de exhibición de arte y a su producción) y externas (recepción cultural y perceptual en gran parte transformada por la revolución técnica en las telecomunicaciones) para formular un juicio de tales características.
Dentro de estas condiciones internas, la proliferación de tantos espacios independientes a lo largo de la urbe en cuestión parece venir de una sacudida de los viejos paradigmas de exhibición. Prescindir de un espacio ascético simbólicamente –de un cubo blanco de exposición— y encontrar las posibilidades estéticas y discursivas del mismo espacio en relación al contexto histórico circundante para la producción artística vuelve más accesible la creación de espacios independientes. No se necesita de un parámetro museístico para presentar y hacer arte; cualquier lugar en potencia puede ser un lugar para llevar a cabo la práctica artística.
Un vínculo con los artistas de los años 90 surge en este aspecto, pues en aquel momento se buscó dejar de lado este tipo de esquemas y se experimentó con las peculiaridades de los espacios, o, para ser más preciso, con la ciudad misma. Así, Francis Alÿs se apropiaba del espacio a partir de las acciones (ejecutadas por él mismo o por otros) como en Algunas veces hacer algo no lleva a nada o en Barrenderos.
En este caso en particular, podemos ver que los límites para la actividad artística no se encuentran en los medios materiales o técnicos, sino en la misma negociación que los artistas pudieran hacer con los lugares, sin resultar esto en una imposición de símbolos o sistemas culturales. Grosso modo, podemos decir que la desmaterialización del arte, en consecuencia, nos lleva a repensar el espacio mismo que funge como catalizador de nuestra experiencia con dicha obra. Descentralizado de ese mencionado cubo blanco, el espacio de exhibición se vuelve algo más próximo a nuestra cotidianidad al ser, en muchas ocasiones un recinto arquitectónico dedicado a la vivienda o un simple cuarto extra para el cual no se tiene un propósito específico. Tal es la eficacia de este modelo de exhibición/producción que desde el 2014 se lleva a cabo la Material Art Fair, la única feria dedicada a las prácticas emergentes, reuniendo a más de 60 galerías, espacios independientes y otros proyectos liderados por artistas. A pesar de su aparente juventud, MAF Se considera como la contraparte de la mundialmente conocida Feria de Arte Zona Maco, que lleva más de diez ediciones y comprende un mercado del arte de talla internacional.
Entrando a estas cuestiones, nos insertamos en algunas calidades de la recepción cultural; no sólo del arte contemporáneo, sino de otras muchas exhibiciones. De un modo progresivo, el deseo de ver y capturar con un Smartphone cada aspecto de nuestra vida se adentra en los recintos del arte. ¿Cuánto tiempo en promedio pasamos frente a una obra? Es un experimento que podemos realizar en cualquier exhibición, pero apostaría a que oscila entre los 7 y los 30 segundos. Depende de muchas condiciones, pero si algo se puede decir es que nuestros ritmos de vida poco nos permiten contemplar, por un largo tiempo, cualquier cosa.
En este sentido, las exposiciones adquieren un carácter relámpago. Su inauguración y tiempo de exhibición son tan cortos como el tiempo que ciertos públicos están dispuestos a verter en su experiencia con las obras. No es algo que podamos catalogar como malo o un suicidio de la inteligencia, es sólo otra manera de pensar para una mente capaz de seguir una sucesión de imágenes a gran velocidad.
Este fenómeno, que podríamos entender como Blitz Shows (derivado del término Blitzkrieg, utilizado en la jerga militar para referirse a movilizaciones de ataque organizadas a gran velocidad con un carácter sorpresivo, y que en la cultura popular se refiere a una táctica cuyo medio y fin es la organización rápida de cualquier tipo de estrategia. V.gr. La modalidad Blitz en el ajedrez), se encuentra como una iniciativa afín a muchos proyectos. Aunque, si bien la organización de las exhibiciones, conversaciones, charlas y demás eventos en los cuales la discusión en torno a problemáticas del arte y la cultura son el tema, se realiza a gran velocidad y tienden a ser muy cortos, no significa que se carezca de una efectividad o sean meras improvisaciones irracionales en términos de logística y visión.
Un ejemplo de ello es 1/4, iniciativa del colectivo de gestión cultural GAMA que tiene como centro de actividades la Galería Autónoma de la Facultad de Artes y Diseño de la UNAM, cuyo tiempo de exhibición no rebasa los 7 días.
Habiendo iniciado sus actividades en enero del 2016, 1/4 se posiciona como uno de los proyectos emergentes más dinámicos, ya que, progresivamente, construyen un público más amplio, compuesto por estudiantes de otras escuelas de arte del país, a la vez que se vuelve una plataforma para que los artistas compartan, en un ambiente interdisciplinario, conocimientos y posturas sobre diversos temas. Al complementarse con otros seminarios y proyectos gestados en la misma facultad y por GAMA, la Galería Autónoma toma un papel muy importante al contribuir con la generación de un pensamiento crítico y una formación postacadémica dentro de la misma institución educativa en la que los contenidos, dinámicas y planes de trabajo se organizan por los mismos interesados.
El caso de los Blitz shows en México engloba otros procesos que vale la pena analizar en próximas entradas, con respectivos ejemplos que nos faciliten el entendimiento y no se quede como una cuestión abstracta.
Y tú, apreciable lector, ¿qué opinas de este tipo de iniciativas? ¿Conoces algún proyecto de estas características cerca de tu ciudad? ¿Te parecen interesantes? Siéntete libre de expresarlo en la caja de comentarios.
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Gracias por darte tiempo para leer el artículo y por la invitación, Aldo. Estamos en contacto.
Acorde a la temática, te invito a conocer Galería Progreso, un proyecto que he iniciado este año. Saludos.